*Capítulo Dieciocho: "El niño de ojos tristes"

98 18 3
                                    

Pasaron tres semanas desde que ese hombre de mediana edad trató de curarle las heridas que ellos mismos le propinaron

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Pasaron tres semanas desde que ese hombre de mediana edad trató de curarle las heridas que ellos mismos le propinaron. Luego de que Yuuri intentó escapar dos veces sin éxito, optaron por otorgarle un castigo que le quitara las ganas de negar sus pecados. Sumergido en un estado de abandono casi irrecuperable, el omega permanecía tirado en el suelo de un cuarto oscuro con olor a desechos fecales, recuperándose lentamente de sus golpizas asesinas, recibidas como si fueran las comidas diarias.

Pese a que los miembros del culto fueron adoctrinados y enseñados a no sentir lástima por los omegas, tras fijarse con detenimiento en su físico escuálido por la falta de comida, su piel cubierto de llagas y su cuero cabelludo plagado de costras que empezaban a desprender un hedor insoportable, a él le hizo cuestionarse si estaban consiguiendo, con la tortura corporal, que ese omega se arrepintiera de sus actos "lujuriosos". Además, en cierto modo, él creía que Dios no querría recibir en su seno a un ser tan deplorable como ofrenda. Debían tomar acciones prontas para obtener un cambio.

Kim‌ ‌Daisuke, uno de los miembros élite del Culto de la pureza, advirtió en una reunión de la sala blanca que ese omega: Katsuki Yuuri, era el peor de todos, ya que entre su lista de errores se hallaba el vivir en pecado con un alpha sucumbido por la deseo, y que era importante no dejarse engañar por ese tipejo de más baja calaña, que incluso trató de seducir a su hijo en el parque. Sin embargo, algo mágico creció en el pecho, todavía limpio, de ese chico confundido que optó por no seguir los consejos de su superior más próximo.

Por eso, cuando Daisuke descubrió que uno de los alphas recién integrados al culto lo estaba curando, a Yuuri lo condenaron a ser masacrado nuevamente, ya que era una clara revelación de que estaba seduciendo a un joven inexperto para conseguir librarse de sus culpas.

Con el alpha destituido (silenciado para que no hablara de lo vivido en ese gran edificio en el centro de la ciudad) y Yuuri casi al borde de la muerte por los golpes, un pequeño grupo de alphas decidió aliviar los dolores del omega para que así pudiera servirles en la futura ceremonia. En esa ocasión, habían traspasado los límites de sus fuerzas con tal de conseguir su arrepentimiento, así que era menester enmendar ese pequeño fallo.

A pesar de las vejaciones, solo el silencio absoluto aplacó las cuatro paredes del cuarto oscuro. No consiguieron sacar de sus labios su confesión de congoja por su antiguo actuar. Muchos omegas no resistían y terminaban rompiendo su cordura en cuestión de días... En cambio, Yuuri seguía luchando.

En menos de una semana, la luna estaría en su punto más álgido y su principal ofrenda no tenía la penitencia de sus vilezas. ¿Qué harían con ese pequeño obstáculo? Sus cuerpos sudaron frío ante la idea de recibir la ira de su creador... Ya ni siquiera tenían tiempo para cambiar su ofrenda. ¿Cómo conseguir que hablara?

Entonces, en un destelló de inteligencia, Daisuke recordó lo que el alpha destituido le dijo para justificar la curación que hizo para el omega: la tortura física con él no servirá.

Nuestro paraíso [Omegaverse]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora