La dama del sombrero (TERMINADA)

Pistas y confesiones

DEDICADO A Cielo_Templado
CAPÍTULO 10

Acabas de confesar que yo también te atraigo ¿O me equivoco?

No respondió nada y su silencio sólo me confirmó las cosas.

—¿Qué sientes por mi?—habló finalmente.

Y entonces dije mas de lo necesario:

—Lo que siento por ti va más allá de un aspecto físico, lo poco que conozco de tu personalidad es hermoso. La generosidad que me has demostrado te hace destacar por encima de una sociedad que vive según el 'yo primero' y de más está decir que amo tus sombreros
¿Iremos juntos encontra de la sociedad?

—Acepto—confesó sin pensarlo y con los ojos llorosos.

Monik era el tipo de persona con la que no podías parar de hablar, tantos temas que tocar, tanto conocimiento que compartir, una persona muy culta.

..

—Así que tienes veinte —repetí sin poder creerlo.

¡Ella me llevaba tres años!
Simplemente increíble.

—Pareces mayor para solo tener diecisiete —respondió.

Cielos había tantas preguntas por hacerle aún.

—¿Y que estudias?

—No estudio.

Su mirada se oscureció y se levantó del columpio en el que de nuevo se había sentado, de un tirón.

—¿Por qué? La verdad no parece que el dinero te sea un problema —jugué señalando su vestido.

—Hay ciertos temas que prefiero no hablar, al menos por el momento. Pero creeme, algunas personas tenemos peores problemas que el dinero—eligió decir.

La verdad me costaba encontrar algo más dificil que tener que pensar como harás para comer todos los días, pero aún así preferí no decir nada de ello.

Invadir su privacidad no era algo que deseaba hacer, al contrario, le daría su espacio sin pensarlo dos veces. De algo si estaba seguro y es que ella ocultaba muchas cosas y aparentemente nada buenas.

—No te pregunto donde vives porque lo sé, es en el sur —mencionó.

Era obvio, las clases sociales se hacían presentes hasta en la distribución de territorios. Un pobre no podía construir o mudarse a la parte del norte, nuestro lugar era el sur.

—¿Qué tal si me cuentas de ti?

Nuevamente, silencio.

Presentía que ella sería un largo misterio por resolver y yo un detective encaprichado.

..

Ya era tarde y me encontraba en casa. Intentaba encontrar las palabras adecuadas para resolver las cosas con Elie pues, ella seguía sin hablarme. Obviamente no le pediría disculpas ni nada parecido pues era ella la que se había pasado de la raya aunque seguía recordando que sólo se trataba de una niña.

Ella estaba por llegar del colegio y ahí me encontraba yo ideando todo un plan de reconciliación, no puedo explicar lo tonto que me sentía al respeto.

En menos de lo esperado mi madre cruzó la puerta de la casa con mi hermana de la mano. Ví que mi madre traía algo en su otra mano y cruzamos mirada, acto seguido esconde tras de sí eso que no alcancé a ver.

—¿Qué es? —indagué con curiosidad.

Ella era muy misteriosa y pues, yo bastante curioso.

—¿A qué te refieres?

Mentir y hacerse la tonta no era lo suyo, así que noté que algo ocultaba.
¿Por qué todos me ocultaban cosas ese día?

—Como quieras.

Preferí decir eso ya que no la presionaría, tal vez sólo se trataba de una tontería.

Tal vez...

—Elie —le llamé.

Me miró por encima del hombro mientras sacaba sus libros y los ponía sobre la cama.

—¡Qué tu y yo no nos hablamos! —expresó trágicamente para luego voltearse.

Casi suelto una risita ante tanta niñería pero me contuve.

—Así que no quieres hablarme, a mi, tu único hermano, el que siempre te lleva pasear y te cuida ¿Segura?

Eso pareció hacerla dudar porque volteó con un puchero. Tan tierna. Definitivamente se me daba bien eso de manipular.

—Es que.. es que tu.. ¡Tu me gritaste! —acusó señalándome con el dedo y frunció el ceño.

Me encontraba sentado en la cama de frente a la suya y abrí mis brazos a ver si había funcionado mi método (manipulador en secreto)

Y no dudé de mi talento en ese instante que corrió hacia mí y con sus pequeñas manitas me abrazó e hice lo mismo con ella.

—Te perdono, pero sólo por esta vez —susurró muy cerca de mi oído.

En fin.. una niña que se le iba a hacer.

—Bien.

Elie se fue dando saltitos hacia la cocina pero se detuvo a mitad de camino como si hubiera olvidado hacer algo. Así que dió media vuelta hacia mí de nuevo.

—Por cierto, te lo contaré sólo por esta vez. —susurró —Lo qué mamá trajo escondida de tí fue mucho dinero.

¿Dinero? ¿De donde sacaría eso mamá si ella no trabajaba?
Modo manipulador: activado.

—¿Ah sí? ¿Y de dónde lo sacó? ¿Acaso lo viste? —pregunté.

—Pues una mujer, como esas de la calle Spigman se lo dió a la salida del colegio cuando salimos y es una mujer que conozco pero no recuerdo de donde —contó Elie.

Nunca vi una niña tan chismosa y adorable a la vez.

—¿Y oíste como se llama?

—Claro, Blanche.

¿Blanche? ¿Donde oí ese nombre antes?

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