Calvario

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Capitulo 30

Narra Monik

No me agradaba demasiado la idea de que Jay trabajara en una tienda de metales, pero tampoco habían demasiadas opciones. Entre nosotros las cosas iban bien, esos últimos días estuve en su casa ayudando en lo que podía para no molestar. Su madre no estaba muy de acuerdo con mi presencia, pero se había cansado de luchar contra nosotros, así que simplemente se resignó luego de amenazarnos diciendo que lo lamemtariamos y que todo terminaría sin ella hacer nada.

La verdad no había entendido mucho lo que quería decir con eso, pero concentré mi mente en vivir el presente, el día a día sin presión. Esa era una nueva meta en mi vida, disfrutar de cada momento al lado de la persona que amaba y olvidarme de mis problemas, que por cierto, eran muchos.

Agotada de tanto limpiar, me senté en un sillón desgastado de esa casa a esperar a que Jayled llegara, todavía no habíamos hablado de como íbamos a lidiar con la situación de mi padre, habían muchos cabos sueltos. Necesitábamos idear un plan para sacar ese calvario de mi vida de una vez por todas.

—¡Abran la puerta! —un grito acompañado de unos insistentes golpes en la puerta me sacaron de mis pensamientos.

—¡¿Monik?! Ya sé que estás aquí. Abre la puerta ¡Hoy todo terminará!

No fue necesaria una próxima vez para darme cuenta de quién se trataba. Era... él. Mi padre, mi tormento, mi calvario. El miedo me hizo retorcerme de manera extraña en el sillón. No respondí, no salía palabra de mí, estaba demasiado asustada. La madre de Jayled, que también estaba en casa, salió de la habitación con el rostro un poco enrojecido de dormir y una cara confusa.

Los golpes en la puerta seguían, la mujer me miró extrañada y continuó hacia la puerta. Justo cuando estuvo a punto de girar la perilla agarré su mano, le hice la señal de silencio con mi dedo y entre lágrimas moví mi rostro de un lado a otro para decir No. Ella seguía mirándome seria esta vez, acto seguido se soltó de mi agarre y abrió la puerta.

—¡¿Thomas?! ¿,Qué haces aquí? Vete, no puedes hacerme esto, no todavía.

¿Qué? ¿Cómo ella conocía a mi padre? Estaba un poco sorprendida y a la vez asustada, inhalaba y exhalaba una y otra vez con pesadez.

—Estoy aquí por mi hija —gruñó haciendo a la mujer a un lado — ¿Dónde la escondes, mujer? —pronunció la última palabra con desprecio.

Para ese momento yo ya me encontraba buscando otra salida trasera, antes de llegar a la puerta ya alguien tiraba de mi cabello en sentido contrario.

—¡Suéltame! No, no —repetía una y otra vez intentando luchar.

Me dolía el cráneo, y los ojos no me paraban de gotear.

—¿Ella es tu hija? Espera, ¿Por qué la golpeas? ¡La vas a matar! —dice la señora con sorpresa, en un inútil intento de separarlo de mí fue tirada a un lado.

—Yo puedo hacer lo que me dé la gana con lo que es mío.

—¡Qué me sueltes! —grité en medio de la puerta.

Me armé de valor y mordí su hombro, llevó sus manos hacia el lugar indicado y era mi oportunidad de hacer algo. No tenía tiempo de pensar, no podía irme y dejar a la mamá de Jayled sola, tampoco podía quedarme y ver cómo nos golpeaba a ambas, así que fui hasta donde estaba ella y tiré de su brazo, no se movía, estaba insonsiente. Su cabeza estaba en una posición desgarradora y yo comencé a temblar de nuevo, me temía lo peor.

Para mi sorpresa lo peor pasó después, en ese momento que un golpe en mi rostro hizo que mis oídos sumbaran, ¿desde cuándo el mundo daba vueltas? Todo a mi alrededor giraba sin control y de una parte de mi cicatriz salió un hilito de sangre. Lo peor continuó pasando cuando llegó Jayled, quien se dió cuenta de la situación rápido. Y un dolor horrible salió de mí cuando ví desde el suelo que comenzaban a discutir y yo no sabía lo que decían, cuando el primer golpe fue el puño de mi padre contra la mandíbula de mi novio, en ese momento deseé morir con todas mis fuerzas, deseé nunca haber nacido. Solo había traído problemas al mundo, primero mi madre y ahora ellos, todo lo que amaba terminaba de la misma manera.

Pero aún así no dejaría de luchar hasta el último momento, con el poco aire que tenía fui gateando hacia ellos, en ese momento era Jayled quien tenía el control. Estaba golpeado, pero aún así no paró ni una vez de defenderse. En uno de mis momentos de audición, pude escuchar como le dijo estás palabras:

—Esta será la última vez que golpees a alguien —sonó tan creíble que sentí un rayo de esperanza.

Cuando estuve un poco más cerca y mis oídos sumbaban menos, tomé una piedra que había cerca de mí y con un valor que no se de dónde salió la empujé contra la cabeza de mi padre. Y en ese momento paró de hacer lo que más le gustaba, lanzar golpes, calló rostro a tierra desmayado. Jayled se paró con un poco de dificultad y se acercó a mí, me tomó en brazos y sentados en el suelo acariaba mi cabello, la sangre se mi rostro manchó la camisa blanca que él llevaba.

—Lo siento —fue todo lo que pude susurrar.

—No lo sientas, nada de esto es tu culpa.

En ese momento algunos vecinos habían venido a ver, muchos susurraban, otros solo se acercaron y ofrecieron su ayuda y dijeron que declararían a nuestro favor en la comisaría si nos animamos a denunciar a ese maldito. En ese instante, la seguridad de mi padre llegó al lugar, esos doce hombres que lo seguían a todos lados siempre estuvieron cerca. Llegaron y se lo llevaron lejos de nuestra vista.

Luego de eso fuimos directamente hasta la madre de Jay que se encontraba en un estado preocupante.

N/A
Oficialmente les informo que quedan seis capítulos + el epílogo para finalizar la novela.
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La dama del sombrero (TERMINADA)Where stories live. Discover now