Sabor a fresa

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Capítulo 18

NARRA JAYLED

Ese día Monik y yo estábamos en un parque de estatuas, todo gracias a una estrategia de Albert para que nos encontramos allí "casualmente". Me hubiera gustado contar que estábamos a solas, pero no fue así. Una pequeña niña nos acompañaba. Dicha niña se encontraba retosando entre las estatuas de un lado a otro, no tenía con quién dejarla, una larga historia que ya conocen.

A decir verdad el lugar era bastante grande, tanto, que cualquiera que no conociera el lugar podría perderse. Todo allí desprendía un leve olor a concreto o arcilla. El sonido era mi parte favorita pues se trataba de aves cantando y leves sonidos naturales. Por otro lado además de estatuas, había un lago en el centro y varios árboles dispersados por los alrrededores.

Todo parecía estar a favor nuestro, era como si el universo y Albert fueran los únicos que apoyaran nuestra relación, y eso que Albert al principio no hacía mas que asustarme, ahora nos ayudaba. Un cambio tan repentino me pareció sospechoso, pero no dije nada.

—Me gusta mucho que estemos aquí —confesó ella.

A mi también me agradaba mucho.

—Sí, Albert se ha lucido. Me dijo que nos encontraríamos aquí pero al final todo fue planeado.

—Fue interesante —comentó entre risas mientas tomaba una fresa.

Parte de la idea de Albert era una canasta con varias fresas y algunos frutos que no conocía pero eran abundantes en Inglaterra. Por inercia tomé otra fresa y nos miramos directamente a los ojos. Me tensé al instante ¿por qué? ¿cómo provocaba esas raras emociones en mí con solo una mirada?

No estaba seguro de las respuestas, a esas preguntas y más que rondaban mi mente. Sólo se que en cuestión de minutos yo la había besado. ¡Lo había hecho! Y ella lo había continuado. Se sentía un constante guerrear de sentimientos en mi interior que me impedía si quiera pensar, luchábamos por evadir dichos sentimientos, pero era imposible, tan imposible como negar que era amor. El sabor entre ácido y dulce de la fresa tan sólo conseguía hacerme vulnerable. Su perfume y el característico olor de la fruta se mezclaban y formaban una atmósfera que daba pesadés en los párpados. De esos momentos que sólo quieres cerrar los ojos y detener el tiempo.

Al respirar se sentía una gran necesidad entre ambos como si fuera el último beso, sí, así se sintió. Una vez leí por ahí que los besos de despedida eran los más fuertes, pero ese, el primer beso de una pareja, no tiene comparación. Notaba en ella algo de torpeza e inexperiencia que me agradó, pero aún así debía admitir que yo tampoco era un experto. Una duda que no me callaría vino a mi mente y se lo pregunté.

—Dime, ¿soy el primero? —Sin necesidad de especificar ella me entendió.

Continuábamos muy cerca mirándonos.

—A decir verdad no —respondió.

Eso me dejó un poco desilucionado, por alguna razón tenía la esperanza de haber sido el primero, eso tal vez era ser afortunado. Pero luego recordé que tenía veinte años.

—Imagino que eso es algo que tampoco puedes contarme ¿verdad?

—Sí que puedo, pero no creo que sea el momento adecuado. Tampoco quiero que me veas cómo una inmoral, esa es una larga historia llena de errores.

Tenía razón, tampoco quería parecer celoso o demasiado posesivo, así que no intenté más. Unas risitas provenientes de detrás de una estatua de elefante nos devolvieron a la realidad. ¡Nos habiamos olvidado de Elie! Oh no, seguro lo habia visto todo.

Unos pequeños pies sobresalían por debajo de la estatua y ella salió de allí con los ojos más achinados que de costumbre y las manos sobre la boca. Se reía.

—Dime que no viste nada Elie —suplicó Monik con la cara roja de la vergüenza.

—Sí que lo vi, señora —respondió quitando las manos de cara y posicionándose delante mío con las manos extendidas.

—¿Señora? No estoy tan vieja —respondió la dama sonriendo un poco.

Yo solo las observaba. Sabía lo que haría Elieryn.

—Escucha, el es mío —me señaló —pero te lo presto un ratito sólo a ti.

Sí, justo lo que imaginaba. Abracé a mi hermana por detrás y la senté sobre mis piernas.

—¿Soy un objeto al que prestas y recibes de vuelta? —pregunté riendo y poniendo mi dedo en su nariz. Estaba creciendo tan rápido.

Verla crecer así me llenaba los ojos de lágrimas, pronto cumpliría ocho años. Me llené de nostalgia al recordar como en Venezuela se celebraraban muchas fiestas tradicionales y cumpleaños. Pero en Inglaterra estaba prohibido en esos días, pues todo debido a que una reina muy importante de la historia falleció en curiosas circunstancias el día de su cumpleaños número setenta. Por ello desde ese día no se celebra nada.

—Elie, no debes decir nada de lo que has visto. Podrías meter el líos a tu hermano y a mí ¿entendido? —pidió Monik con evidente ansiedad en el rostro —si él se entera no sé lo que me hará está vez —eso último lo dijo más para sí misma que para nosotros, casi como un murmullo.

Nuevamente, decidí no decir nada al respecto.

—No diré nada —respondió Elie volteando los ojos —Pero recuerda, Jay es mío para siempre y tuyo un ratito.

Monik sólo asintió. Mientras tanto, Elie se acercó hacia Monik y le dijo:

—¿Jugarías conmigo? —lo preguntó con una cara tan dulce que derretiría un iceberg.

—Está bien pequeña, vamos.

Y ambas fueron de la mano hacia el lago.

N/A
Curiosidad: El dato de lo de Inglaterra y las celebraciones es inventado por mí.

Ahora dime ¿qué te pareció el primer beso entre ellos?
¿Qué piensas de que Elie lo haya visto todo?
¿Qué es lo que más te está gustando del libro?

La dama del sombrero (TERMINADA)Where stories live. Discover now