Fin

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Capitulo 36 final

Un año después.

Narra Monik

Un año se conmemora hoy desde el día en que ese hombre entró a la cárcel, desde que me enteré de que él había matado a mi madre. Aún dolía, pero menos, había aprendido a manejar el dolor y convertirlo en en voz. Aprendí a canalizar toda la angustia, la impotencia y transformarlas en voz, en música y en nuevos acordes para mí violín. Sí, todo lo que amaba seguía siendo parte de mi vida, al igual que Jayled.

Ese era un día especial que llevaba meses preparando. Algo en mí después de aquel episodio de tristeza cambió, algo me hizo querer dejar de ser una damita educada e ir en contra de todo. Mis planes no eran para nada bien vistos, al contrario tenía todas las de perder y salir mal. No había conocido ninguna mujer que hiciera lo que yo estaba pensando hacer.
¿Qué que era? Lo verás ahora. Espera.

Estaba nerviosa, tenía la constante ¿Y si...? En mi mente ¿Y si sale mal? ¿Y si todos se burlan? ¿Y si soy la comidilla de los chismosos? Bueno, eso último era inevitable, luego de eso todos hablarían de mí por unas cuentas décadas, eso era seguro.

..

Narra Jayled

Estaba camino a buscar a Monik, se encontraba dando un pequeño musical a las afueras de la ciudad. En un bar donde había conseguido trabajo recientemente junto su amiga Ágatha, me alegraba mucho verla progresar.

En cuanto bajé del carruaje me llevé una sorpresa, estaba Albert afuera del local fumando un cigarrillo, lo arranqué de sus labios tirándolo al suelo con confianza y pisandolo con odio.

—No vuelvas a hacer eso, amigo. Tu salud, recuérdalo.

No respondió nada y solo me sonrió.

—Ve a por tu novia, está adentro —mandó con tono autoritario.

Subí las escaleras y abrí las puertas del cuidado y solitario lugar. Un aroma a cigarrillos y whisky inundó mi nariz, bastante asqueroso a mi parecer, nada que ver con la melodiosa voz que me recibió al entrar. Mi amada cantaba, presisamente me cantaba a mí. Lloraría, en cualquier momento podía hacerlo.

Me quedé de pie mientras la miraba embobado. Un par de mayores se burlaron de mi reacción, pero a mí no me importaba, solo podía mirarla.

En poco tiempo soltó el micrófono y corrió hacia mí, la alcé  y le di vueltas por el local.

—¡Qué lindo es el amor! —gritó alguien por ahí.

—¡Qué vivan los enamorados! Un brindis por la cantante y el muchacho —Todos levantaron las copas y a coro nos desearon salud.

Una nerviosa Monik me alejó del lugar hacia la salida. La seguí.

Afuera, junto al bar me miraba directamente a los ojos, se limpió una lágrima que se asomaba. Habían unas vistas hermosas de las montañas, y el aire movía sus rizos de un lado a otro, ella se agachó. ¡Oh no! No podía ser...

—¿Te casarías conmigo? —dijo mirándome a los ojos desde abajo con un anillo ente los dedos —Con sombrero me conociste y con sombrero te pido matrimonio.

Ansiosa esperaba mi respuesta. No voy a mentir, no me lo esperaba y me sentía entraño, pero claro que sí quería. Es más, estaba deseando que eso pasara.

—Claro que sí —De nuevo, la cargué entre mis brazos y lloramos de alegría.

El hermoso momento fue interrumpido por unas carcajadas, de Albert. ¡Dios mío! Lo había presenciado todo. Monik, por la vergüenza, escondió la cara en mi cuello.

—No puedo creer lo que veo. Me espanta y a la vez me alegra, no sé cómo llamar a esto pero Monik cada día me sorprende más —habló como si acabara de presenciar el fin del mundo. 

—Jay —susurró en mi oído  —¿Te has fijado que las cosas más importantes de nuestra historia suceden delante de otras personas, nuestro primer beso por ejemplo? Primero Elie y ahora Albert.

Genial, era cierto. ¿Era mucho pedir un poco de privacidad?


La dama del sombrero (TERMINADA)Where stories live. Discover now