Recuerdos de una madre

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Capítulo 24
Maratón 2/2

Narra Monik

Luego de ver a Irina cantar me entraron ganas de cantar yo. De estar en un lugar donde sólo estuviéramos Jay y yo, hallar ese lugar del mundo y convertirlo en nuestro. Quería cantarle, quería tocar el violín para él, empaparlo con la magia de las notas musicales.

—Jay, ¿Qué tal si vamos a otro sitio? —pregunté esperando un sí.

—Claro, en verdad tengo ganas de que estemos a solas. Hay varias cosas que debo saber para nuestro plan.

Eso fue todo lo que hablamos, salimos rápidamente de la academia. No me preocupó demasiado que Irina nos viese juntos, después de todo ella y yo siempre nos habíamos llevado bien.

..


Durante todo el camino no pregunté jamás a donde nos dirigíamos. Estaba feliz, nos habíamos visto después de un mes y ahora íbamos a estar a solas. Jayled parecía decidido, sabía muy bien a donde iba y yo ya no podía con la curiosidad hasta que dijo:

—Hemos llegado.

—Este lugar, es... Es —intenté hablar sin éxito.

Nuevamente me costaba hablar, hacia cierto tiempo que no esperimentaba la tartamudez incluso estando nerviosa, por alguna razón se había esfumado y ahora estaba volviendo. Tal vez porque mi subconsciente sabía que dentro de unos pocos días mi padre volvía de su viaje. Miedo.

—Una tienda —terminó de decir.

—¿Por qué hemos venido aquí? —logré pronunciar.

Era una tienda bonita y sencilla, ni muy cara ni muy barata y por lo que logré divisar a través del cristal era de ropa.

—¿Vas a comparte ropa? —cuestioné.

Esa no era la cita que tenía en mente.

—Voy a comprarte ropa —corrigió señalandome con su dedo.

Oh no, no podía aceptar aquello. Jayled era demasiado pobre, no quería que gastar su dinero en mi, alguien que no lo necesitaba.

—Gracias Jay, en verdad muchas gracias. Pero no es necesario, mejor utilízalo en algo que de verdad quieras.

—Yo te quiero a tí.

Esas palabras llegaron ondo. Tocaron una fibra sensible de mí.

—Lo sé, pero no deberías molestarte —intenté convencerle sin éxito.

Ya sabía que era testarudo.

—Por favor Monik, tú me has dado mucho. Por favor déjame hacerte este regalo, quiero sentir que puedo darte algo que de verdad te guste.

—Está bien —acepté —Solo que no sea demasiado caro.

—El precio es lo de menos. Me he ganado un poco de dinero luego de vender unas baratijas, quiero dártelo a tí transformado en un vestido. Además, no será demasiado caro puesto que esta tienda pertenece a Albert, él me ha ayudado un poco con el costo.

Entramos a la tienda y ví que había de todo un poco. Faldas, trajes, vestidos y uno que otro accesorio. Uno en especial estaba separado de los demás, era blanco y tenía encaje en algunas partes. Llegaba hasta el cuello y encima tenía un agregado de tirantes unos tonos por debajo del gris. Honestamente poco sabía yo de prendas, telas y sus derivados. Sólo estaba segura de una cosa, era un vestido hermoso y al parecer, pronto sería mío.

—Es este —señaló el antes mencionado.

Justo como pensaba.

—Es precioso, me encanta —susurré intentando que la emoción no me jugara una mala pasada y comenzaran las lágrimas.

—Señorita puede pasar a probarselo —sugirió la encargada.

Eso hice, pasé al vestidor. Fue fácil ponerme el vestido, nada complicado a excepción del cierre de atrás. Mis extremidades eran demasiado cortas así que me costó subir la cremallera del todo. Pero aún asi salí.

Estaba Jay sentando junto a unas perchas. Y su rostro fue la viva imagen de la burla.

—Ya sé, parezco una Manzana —admití

—Yo diría que una Pera. Sí, tu cuerpo se ve similar en ese vestido —ambos reímos.

Había engordado un poco en esos días. Ese mes sin mi padre en casa fue el paraíso, tampoco me importaba demasiado eso de los kilos de más, me sentía bien con mi cuerpo y eso era lo que importaba.

—La Pera más bella que he visto en mi vida —se burló y ambos reímos.

—Ven te ayudo con la cremallera, la última vez que te ví estabas un poco más delgada así que elegí esa talla. Aun así te queda genial —comentó de nuevo.

Me ayudó el cierre y el cosquilleo de sus manos me puso nerviosa. No hablé para evitar tartamudear.

...



Recién habíamos salido de la tienda. Nos dirigíamos hacia el valle a caminar un rato. Jay tenía muchas ganas de correr. Hacía un tiempo que no podía.

—Y dime Monik, ¿Qué sabes de tu madre? Necesito que respondas mis preguntas si quieres que el plan salga bien —preguntó mientras caminábamos.

Era un tema delicado para mí, pero aún así comprendí que era necesario explicarlo.

—Como te dije, hace trece años no se nada de ella. Sólo conozco lo poco que recuerdo de mi infancia. Solía ser una mujer bastante limpia, recuerdo que siempre estaba recogiendo todo y limpiando la casa —conté con dificultad —También tengo un vago recuerdo de ella poco antes de irse. Toda marcada y llena de moretones, pero siempre con una sonrisa.

Volví a hacer una pausa, relamí mis labios. Pensar en todo de nuevo se sintió como un trago de amargo licor.

—Y qué fue de la vida de esa niña de siete años sin madre luego de eso —mencionó Jay

—Según mi padre ella sólo se fue, así sin más. Un día de la nada no volvimos a saber nada de su paradero. De ahí en adelante crecí entre golpes y niñeras que iban y venían al ver la situación, ninguna duró más de un año. Hasta que cumplí quince y no necesité más ayuda de ninguna, mi vida estaba resuelta a los ojos de todos. Era la única hija de un millonario que, en la opinión pública, había sido abandonado por su amada mujer. Thomas Wembley pasó a la historia como padre - soltero - ejemplar. Nadie sabía la realidad, y todavía nadie la sabe.

Me sentí mucho mejor después de contarle eso. Ya era costumbre para mí contarle cosas.

—En verdad lo lamento —puso su mano en mi hombro.

—No te preocupes, después de veinte años te acostumbras —respondí.

—Espera, tengo algo más que contar —dije y Jay me miró con interés —Mi padre, jamás quedó soltero del todo. Después de irse mi madre, e incluso estando con ella. Ya le era infiel con muchas otras, todavía tiene muchas mujeres a su disposición y todas ellas tienen una cosa en común. Son perfectas, hermosas desde la coronilla de la cabeza hasta los pies. El no tolera imperfecciones aún si son creadas por él.

Supuse que toda esa información le sería de utilidad. Realmente esperaba que todo saliera bien, en eso aguardaba mi esperanza. Pareció interesarle bastante pues estubo un rato pensando.

—Creo que ahora entiendo muchas cosas.

N/A
Si llegaste hasta aquí comenta como te sientes. Una cosa más, no olvides recomendar la historia si te gusta, me ayudarías mucho a crecer.

La dama del sombrero (TERMINADA)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن