03 || Slana

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Pasó una semana desde que la serie Slana terminó

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Pasó una semana desde que la serie Slana terminó. Era un lunes tranquilo en la casa de Seren, hasta que luego de hacer ejercicio, la pelinegra caminó hasta su habitación para acomodar unas cosas, y luego al baño para darse una ducha.

Le había venido la regla.

La rizada se acomodó el cabello en una coleta alta, y sentaba en el baño empezó a hacer cuentas desde el día de la fiesta. Contó los días con los dedos y hubo un breve silencio en su mente.

—¡¡Eso lo explica todo!! —gritó un poco exaltada. Lana escuchó a su amiga y corrió hasta donde estaba para verificar que todo estuviese bien, al no encontrarla, se dirigió al baño e intentó abrir, pero al darse cuenta que estaba cerrado, supo que estaba ahí.

—¿Qué pasó?

—¡¡Estaba ovulando, Lana!!

Su amiga, que no entendía lo que estaba hablando, pestañeó un poco antes de decir algo, pero al mirar el calendario de Seren cerró la boca en forma de «o» y se rio.

—¿Estás diciendo que te vino, y por lo tanto hiciste cálculos y ahora te das cuenta que querías besar a un varón solo porque estabas ovulando?

—En efecto. Eso lo explica todo. Es la única razón por la cual querría acercarme a un hombre. Fue culpa de las hormonas.

Lana solo se dedicó a reír en silencio y suspiró.

—¿Quieres tomar algo?

—Me voy a hacer un té de orégano como lo hacía mi abuela, luego me tomaré una pastilla y me envolveré en mi cama como un burrito hasta que sea hora de hacer stream.

—¿Y por qué el té de orégano sí te parece mágico, y la cerveza no puede ayudar con la resaca? ¡¿Dónde está la tesis?!

—Primero que nada, esto es muy común en países del oriente como en muchos países de Latinoamérica. Lo del té me lo enseñó mi abuela que viene de Galí, y si mi abuela dice algo, yo le creo. Jamás dudes de los menjunjes de la Yaya. Mamá Matilda siempre sabía qué tomar cuando estabas enfermo.

—Ok, lo anoto. Si veo algo en Tiktok, mal. Si lo decía tu abuela, bien.

—Exacto, yo confío en sus conocimientos. Vivió hasta los ciento cuatro años sin enfermedad alguna y se fue de este mundo durmiendo.

—Creo que es la mejor forma de irse —contestó Lana asintiendo.

—Oye, tú sabes que yo amo hablar contigo, y no es que quiera que te vayas. Pero te pido que conversemos luego, ¿qué te parece? Tengo un código rojo aquí en el baño, ya sabes.

Lana se echó a reír y asintió al darse cuenta. No era el mejor momento para ponerse a reflexionar. Seren aún se encontraba sentada sobre el inodoro con las manos entrelazadas, esperando que su mejor amiga le diera un poco de privacidad.

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