Veintitrés.

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Empezó un nuevo día. Ya habían pasado tres semanas y media desde que Harry yo salíamos, él aún no regresaba. Me había prometido que llegaría para pasar año nuevo conmigo. Por lo tanto, me llamaba diario.

Así que, por supuesto, Gemma tampoco estaba. No tenía a nadie con quien salir. Más que Shawn, pero él vivía del otro lado de la ciudad y no quería hacer que viniera solamente por que estoy aburrida.

Seguía en pijama, en mi cama muy bien tapada. Hacía mucho frío y aparentemente iba a nevar en no muy poco tiempo. Tenía mi teléfono en mis manos, revisaba Facebook, Twitter, Instagram; todos estaban publicando sus vacaciones en familia, hacían "countdown" de cuántos días faltaban para navidad, subían fotos de sus casas decoradas y más.

La navidad me ponía triste. Recuerdo que era mi época favorita del año cuando mis padres aún estaban juntos.

Mamá solía hacer comida como si hubiera invitado cincuenta personas y solamente éramos nosotros tres. Papá y yo decorábamos la casa, el árbol de navidad, todo. En esa época solían hacer concursos de "la casa más bonita de la calle" y ganamos tres años consecutivos.

Extrañaba a mis padres juntos.

El timbre sonó. Esperaba que fuera un repartidor de pizzas con pizza gratis. El verdadero sueño de toda chica.

No quería levantarme de la cama, de verdad hacía mucho frío. Mire rápidamente por la ventana y era un hombre. Me levanté, me puse mis pantuflas del oso Rilakkuma para que combinaran con mi onesie de el mismo oso.

Volvieron a tocar, bajé lo más rápido que pude y abrí la puerta.

Shawn estaba en la puerta, tenía tantas prendas de ropa puestas que podría usarlo de colchón, en sus manos tenía una caja de pizza.

Chico perfecto.

—Telepatía, Shawn. –Le sonreí, al igual que él pero después me miró extrañado por mi atuendo, lo saludé y lo dejé pasar.– ¿Qué haces aquí?

—Ya va a ser fin de semana y pasaré la navidad con mi madre. Creo que está más frío aquí que afuera.

—¡Lo sé! El calentador se descompuso y no sé arreglarlo.

—Yo lo arreglo por ti, osito. –me entregó la pizza y la dejé en la mesa.

—Rilakkuma pls.

Fuimos hasta el calentador y Shawn comenzó a verlo.

—Osito, sólo tienes que quitar el seguro.

—¿Qué? ¿Tiene un seguro? –él asintió y lo quitó para después mostrármelo.– Oh. ¿Cómo iba a saberlo? Sólo soy un osito. –él se enterneció.– La casa está más calentita, yas. Gracias, Shawn. –le sonreí y él hizo lo mismo.

—¿Ya comiste? –Preguntó mientras se sentaba en una de las sillas del comedor. Me senté a lado de él.

—Nope.

—¿No pensabas comer?

—No precisamente. Papá no dejó dinero hoy y no hay nada para comer. –él negó e hizo cara como si estuviera enojado.– Oye, hueles bastante bien.

—Me bañé. –entrecerré mis ojos con una media sonrisa.

—Ya, en serio hueles muy rico y no me marea el olor.

—¿Te marean las colonias?

—Bueno, muchas colonias y perfumes, por eso sólo uso perfumes dulces. Así que siéntete especial por que el tuyo «aparte del de Michael» no me marea.

Disconnected » Michael Clifford.Where stories live. Discover now