Trece.

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Habían terminado la mitad de las clases, sería ya el almuerzo, por lo que era el momento oportuno para llevarle y agradecerle a Michael por prestarme su auto. Nunca creí que conduciría un auto como el de él.

-¿____, vamos? -Preguntó Gemma ya parada en el marco de la puerta esperándome.

-Ve adelantándote, tengo que hacer una cosa. -Le sonreí.

-Está bien. -Dijo y se marchó. Saqué las llaves y mi cartera de mi bolsa, iría a buscar a Michael a detención.

Salí del aula y caminé por todo el pasillo hasta llegar al de detención. Por lo que sabía los maestros iban a comer a ésta hora, dejando a los alumnos sin cuidado, por eso aprovecharía el momento. Abrí la puerta del aula y todos me miraron pero no me importó, la única mirada que buscaba era la de Michael. Cuando logré divisar a Michael le hablé.

-¡Michael! -Él quitó la vista de su teléfono y me miró con cara de aburrición. Hice una seña con la mano para que se acercara y se acercó sin ganas.

-Oh, eres tú. -Habló con pereza.

-¿Quién esperabas que fuera? -Lo miré fulminante.

-Tú. -Rió engreído.

-Michael Clifford, eres irritante. -Rodé los ojos.

-¿Qué pasa? -Él cerró la puerta del aula para después recargarse en ella.

-¿Qué te pasa a ti? -Pregunté al notarlo con suma pereza.

-¿Recuerdas que dormimos en el techo? Me duele toda la espalda y no he comido nada.

-Hmm.. Te traje las llaves de tu auto. -Él estiró la mano y se las entregué. Abrí mi cartera y saqué un poco de dinero-. Toma. -Se lo di en la misma mano.

-¿Esto para qué? -Miró extrañado el dinero.

-¿Cómo que para qué? Es por la gasolina que ocupé. -Él rió y volvió a entregármelo.

-Mejor ve a la cafetería y compra con esto un par de hamburguesas que muero de hambre.

-Uh, um, te recuerdo que no soy la sirvienta. -Volví a entregarle el dinero.

-Uh, um, te recuerdo que te gané en la apuesta. -Imitó mi tono-. Y la apuesta consistía en cumplir.. -Lo interrumpí.

-Sí, sí. Sé en lo que consistía, dame eso. -Le arrebaté el dinero de la mano y comencé a caminar rumbo a la cafetería.

-¡Con queso y una soda! -Gritó.

-¡Te traeré lo que yo quiera! -Grité sin voltear a mirarlo.

Llegué hasta la cafetería y procuré que Gemma no me viera, si no tendría que explicarle todo y me haría entrar en detalles de los cuáles yo no quería hablar. Compré las dos hamburguesas junto con la soda y fui hasta detención, por suerte el maestro aún no llegaba.

-Entra, torpe. -Escuché decir a Michael. Entré con la charola de comida y todos me miraron. Inclusive escuché a una chica decir "¡Sería genial tener una criada como la de Michael!" Por supuesto que miré mal a la chica y ella sólo esquivó mi mirada-. Siéntate aquí. -Michael tomó una silla y la acercó hasta él. Obedecí y dejé la charola sobre la mesa.

-Bien, ahora que te traje tu comida, me iré. -Me levanté de la silla pero él de un tirón hizo que volviera a mi lugar.

-No, aún no te puedes ir. Aliméntame. -Dijo tiernamente y abrió la boca.

-¿Qué? ¿Michael, es enserio? -Él asintió y con un dedo apuntó su boca abierta para que lo alimentara con la hamburguesa. Rodé los ojos para después soltar un bufido y tomé la hamburguesa de mala gana.

Disconnected » Michael Clifford.Where stories live. Discover now