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No recuerdo muy bien que pasó, sólo sé que después de que me explicaran qué había pasado y el porqué de sus estados tan agitados, mis pies caminaron por si solos y mi furia estaba en su máximo poder. Estaba completamente cegada por la rabia y con ganas de matar a alguien y ese alguien tenía nombre: Minerva.


Cuando quise darme cuenta de lo que estaba haciendo, ya había interrumpido con poco tacto en la sala de ensayo de Five Pinky y las chicas me estaban mirando.

—Eres una maldita cabrona, Minerva—fue lo único que salió de mi boca, haciendo que la nombrara se asombrara por mis palabras repentinas.

—¿Y quién eres tú para decirme a mi cabrona? — me desafió, con esa pregunta, yo lo sabía, lo veía en su mirada que le encantaba sacarme de quicio y también sabía que decía quedarme fuera del juego, todo lo posible.

—Sé lo que has hecho y sé lo que pretendes hacer y créeme, que me parece algo muy rastrero incluso viniendo de alguien como tú, Minerva—dije, algo más calmada que anteriormente pero todavía con mi voz dura.

Antes de que Minerva pudiera responderme, escuché un estruendo de pasos rápidos por el pasillo y en nada, mis compañeras estaban asomadas en la puerta de la sala de ensayo del enemigo.

—La verdad, no sé de lo que estás hablando, pero no tienes ningún derecho a venir hasta aquí a llamarme de esa forma por toda la cara— la verdad es que la ignoré por completo, estaba más concentrada en la cara de asustadas que tenían las chicas, que me miraban en pánico.

—No te hagas la inocente Minerva, sabes perfectamente de lo que estoy hablando y de quien, exactamente, estoy hablando.

—¿Y dequién estamos hablando?— vale, su actitud pasiva me estaba casando otra vez demis casillas y estaba abriendo la caja de pandora que no debería abrirse.

—Bien Minerva, sé que el decolorante te ha llegado al cerebro y no eres muylista, así que te lo diré directamente— me acerqué un poco más a ella y suscompañeras echaron dos pasos para atrás, dejándonos más espacio—El odio esmutuo y sé que me odias hasta un punto exasperante, pero te voy a dar unconsejo— me acerqué lo suficiente para poner mi cara sobre su hombro y cerca desu oreja le susurré:— Si realmente quieres lograr algo con tus rabietas en micontra, asegúrate para la próxima vez que esté cerca y que no sea un golpe desuerte cuando le ruegues a tu padre que mueva sus influencias para tener unacita con Jimin.—La verdad es que no esperé a que respondiera y me retirélentamente de su cara, hasta quedar en frente de ella con la misma sonrisa queme pone siempre cuando logra hacer algo en mi contra: una sonrisa de perracompleta. Y la verdad, habría dado cualquier cosa porque ese momento se hubieragrabado en vídeo, porque la cara de Minerva era digna de admirar para toda lavida. Era una mezcla de enfado, rabia, asombro y odio, todo junto y acompañadode los ojos muy abiertos y un tic en el labio.

Dios, esa cara no podré olvidarla en mucho tiempo.
Cuando Minerva pareció volver en sí, su cara se había puesto roja.

—¿Cómo te atreves a hacer esas acusaciones sin pruebas algunas? — levantó lamano para darme una galleta en la mejilla, cuando paré el golpe en seco cogiendosu muñeca con fuerza y bajándole el brazo bruscamente.

—No necesito ninguna prueba para saber que es cierto Minerva, pero si quieres hacertela niña buena, adelante. Sólo te digo que si quieres jugar con fuego, jugaráscon fuego y no será mi problema si al final te quemas por ello.

—¿Ahora me estás amenazando?— bufó desesperada, intentando soltarse de miagarre—Esto es indignante y no tengo porqué aguantar a que una cualquiera mediga esas cosas.

—No es una amenaza, querida, es una advertencia— le solté del brazo y se frotóla zona en dónde le estaba agarrando mientras maldecía. Caminé hasta la puerta,en dónde estaban mis compañeras que no podían aguantar más la risa cuandoescuché: —¡No has ganado todavía Valerie! ¡Jimin será mío!— me girécalmadamente, algo que parece que molestó mucho a la rubia, ya que la oíresoplar.

—Por el momento a mi Jimin me ha besado por voluntad propia, así que em... ¡Sí!,voy ganando Minerva— moví mi cabello con la palma de la mano como hacen las zorras en las películas de adolescentes,antes de desaparecer por la puerta y cerrar ésta tras de mi para reunirme conlas demás, que empezaron a buchear a Minerva y a reírse de ella de inmediato encuanto escuchamos la rabieta que estaba teniendo en ese momento por dejarla conla palabra en la boca.

Me reuní a las demás a reírme y pocos minutos más tarde, estábamos de camino anuestra sala de nuevo imitando a Minerva durante todo el trayecto.     

Desgraciadamente y, aunque me quedé completamente a gusto por decirle todas esas cosas a Minerva porque se lo tenía merecido, había caído en su juego y sólo significaba una cosa... Empezaba la guerra. 

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⏰ Last updated: Mar 11 ⏰

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𝖭𝖾𝗏𝖾𝗋 𝖤𝗇𝖽 𝖸𝗈𝗎𝗋 𝖣𝗋𝖾𝖺𝗆𝗌 © 𝐩. 𝐣𝐢𝐦𝐢𝐧Where stories live. Discover now