El don de gentes de Garrett Strauss

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El don de gentes de Garrett Strauss




Spike abrió la puerta rápidamente, repeinándose antes con la mano, gesto que provocó en Garrett unas ganas terribles de vomitar. Cuando se trataba de mujeres, Spike adoptaba una posición de cazador incluso antes de haber visualizado a su presa, y el policía encontraba aquella actitud totalmente primitiva y desprovista de evolución mental alguna. Si había algo que hastiaba a Garrett del ser humano en general, era aquella manía que poseían las personas por renunciar a millones de años en evolución genética, reduciéndolos a la nada en tan solo unos segundos.

Spike abrió la puerta con una enorme sonrisa, de esas que ya utilizaba siendo apenas un crío para que las cajeras de los supermercados pasasen por algo su minoría de edad y accediesen a venderle alguna que otra botella de alcohol. Se fijó en la chica que tenía delante y al instante comenzó a elaborar una opinión sobre ella, llegando a la conclusión de que quizás no era la modelo de revista que hubiese deseado en sus estrambóticas fantasías, pero era guapa y con eso se conformaba.

—Eh... hola —saludó la muchacha con nerviosismo—. Venía por lo del anuncio —le tendió el papel— ¿era aquí? Decía que buscabais un nuevo compañero...

El joven iba a responder, pero Garrett se le adelantó.

—Muy bien, sabes leer y todo —el policía sonrió con cinismo—. La palabra compañero es un apelativo masculino, no sé si lo sabías —la miró de arriba abajo—. Y que yo sepa, tú eres una mujer.

Tras el shock por el agradable recibimiento de aquel tipo, Elizabeth estuvo a punto de responder con el mismo tono mordaz, pero el muchacho que le había abierto la puerta empujó rápidamente al otro con malas formas y se dirigió a ella, sonriéndole con nerviosismo.

—No le hagas caso, la única tía que estuvo dispuesta a olvidarse de sus nervios y acostarse con él fue una prostituta —y añadió en tono confidencial—. Y digamos que resultó no ser, precisamente... una mujer completamente, no sé si me entiendes. No lo ha superado todavía.

—Un tipo con habitación propia en el área de Enfermedades de Transmisión Sexual no tiene moral para soltar semejantes tonterías, por burdos que sean los insultos —respondió Garrett, evidentemente molesto—, ¿por qué no te dejas de tonterías y vuelves a tu cueva de mandriles para que yo pueda despachar a esta persona como es debido?

Spike se giró hacia él, furioso.

—¿Y tú por qué no le haces un favor al mundo y te coses la boca?

Ambos se enzarzaron en una discusión de lo más cruenta, dejando a Elizabeth un tanto perpleja. Aquel no era precisamente el recibimiento que esperaba, se había imaginado a unos chicos mucho más... ¿normales, quizás? El tipo rubio era un capullo y el otro tenía unas pintas algo raras pero parecía simpático, no estaba muy segura de si eso le gustaba o no, pero la escena le recordó a una discusión matrimonial y le resultó tan graciosa que no pudo evitar reírse. Al percatarse de que todas las miradas iban dirigidas hacia ella, Elizabeth moderó sus formas y carraspeó ligeramente.

—Perdonad, es por los nervios —les tendió la mano—. Elizabeth, es un placer.

El único que le correspondió al saludo fue el tipo que la había recibido, el otro se limitó a observar su mano con desdén.

Como agua y aceiteWhere stories live. Discover now