Aclarando asuntos

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Aclarando asuntos




Recordaba el día en que unos matones le pegaron por influencia suya, la humillación pública en el último partido de la temporada por parte del equipo de animadoras, los constantes insultos y desprecios por pertenecer al Club de Ciencias y todas las miradas de superioridad, seguidas por un sin fin de anécdotas más.

Las imágenes se sucedían en su cabeza cual película, congeladas en la memoria como recuerdos imborrables, cicatrices de vergüenza que todavía dolían incluso después de tanto tiempo. Harry no podía sentir ningún tipo de compasión por Melanie Bucket, aunque tuviese un serio problema con la química y fuese seguramente a suspender dicha materia. Después de todo lo que ella le hizo en su día, la empatía de Harry Smith se había esfumado y no se avergonzaba de ello. Melanie era un ser cruel y despreciable, una víbora venenosa que la tomó con él cuando eran adolescentes y se encargó de hacer de su vida un auténtico infierno. Y aunque podía llegar a perdonarla -aunque esto sería en el hipotético caso en que Melanie se disculpase, cosa que Harry dudaba mucho- jamás olvidaría cómo le trató en el pasado. Y todo el mundo merece un escarmiento, aunque él no fuese muy amigo de la venganza.

—¡Es que no lo entiendo! —Exclamó ella por enésima vez, dejando el bolígrafo sobre el escritorio, dónde tenía una serie de formulaciones químicas que se le antojaban como jeroglíficos inteligibles—. Me lo estás explicando mal porque no hay manera de enterarse.

Harry, apoyado en el respaldo de la silla, con un gesto de total indiferencia, la miró asegurándose de que captase su actitud aburrida y respondió tomándose su tiempo.

—No me eches a mí la culpa de que seas una negada para esto —respondió el chico con calma—. Yo en noveno ya hacía éste tipo de cosas...

—Pues tú serías un superdotado de esos, pero yo no —se defendió Melanie con el ceño fruncido, bastante tenía con perderse la fiesta de su fraternidad por estar con ese idiota, para que encima él se mofase de ella—. Así que ya me lo estás explicando como toca, que para algo te pago.

—Yo no soy ningún superdotado —le informó él, despegando su espalda del respaldo y acercándose al borde del escritorio. La miró y se encogió de hombros—. Lo que pasa es que, al contrario que otras, preferí estudiarme las valencias en lugar de aprenderme la anatomía de algún miembro del equipo de Fútbol.

—No creo que ningún miembro del equipo de Fútbol estuviese dispuesto a hacer nada contigo —Melanie ahogó una risita, aquello era tan absurdo que había tenido mucha gracia.

—Por aquella época ya estaba servido, tu amiga Lucy es uno de los mejores recuerdos que conservo —Harry esbozó una sonrisa, a Melanie siempre le había molestado mucho que una de sus lacayas, como ella las llamaba, la desobedeciese para salir con él, así que lo sacaba a relucir en cuanto tenía ocasión.

La chica lo fulminó con sus ojos verdes. Si las miradas matasen, Harry ya estaría descuartizado. El chico se sonrió al ver que había dado con el punto débil de la rubia. Nunca llegó a saber por qué le molestaba tanto que Lucy se interesase por él, pero supuso que Melanie era tan manipuladora que no podía permitir ni un ápice de rebelión etre su séquito. Y la guerra que ella y Harry mantenían era conocida por todo el mundo, así que si una amiga suya salía con él, era obvio que suponía un acto de desobediencia imperdonable.

—Lucy era una cabeza hueca sin gusto ni masa cerebral —dijo con desprecio, mirando la hoja donde estaban apuntadas las ecuaciones químicas, mientras con un lápiz comenzaba a pintarrajearla furibunda—. Pensaba que Alemania Oriental se llamaba así porque estaba poblada por chinos.

Como agua y aceiteWhere stories live. Discover now