Hermanos

4.6K 522 315
                                    







Hermanos



Spike tuvo que abalanzarse sobre Garrett para inmovilizarlo. Tras salir del shock, el rostro del policía se tornó totalmente rojo y estalló en cólera, abalanzándose contra aquella que decía ser su madre, cegado por la rabia. Afortunadamente, su compañero de piso logró noquearle antes de que consiguiese estrangularla.

Claire no parecía estar afectada por la situación, observaba a Garrett con los brazos cruzados y una de sus cejas enarcadas. Sonreía ladina, cínica, siendo consciente de los sentimientos que estaba removiendo en el joven y vanagloriándose de ellos. Carecía de corazón, pero también de vergüenza, y sus ojos azules, brillando con malicia, lo dejaban bastante claro.

—¡Déjame! —Gritó Garrett, intentando zafarse, pero Spike lo retuvo con más fuerza—. ¡Deja que mate a esa enferma!

El gesto de Garrett estaba totalmente descompuesto, rojo de furia pero al mismo tiempo un reflejo de la confusión y el dolor que traía para él la aparición de Claire.

Harry observaba a la mujer desde la entrada, con las manos metidas en los bolsillos y el rostro serio. La analizaba con cautela, intentando encontrar en ella alguna muestra de arrepentimiento. Algo que denotase la humanidad que debía haber en ella. Pero no pudo hallar nada más que diversión en cada uno de sus gestos. El sufrimiento le entretenía, y al joven se le pusieron los pelos de punta al cerciorarse de que aquella mujer, lejos de arrepentirse, se lo estaba pasando muy bien con la situación.

De alguna forma, Claire debió captar la penetrante mirada de Harry, porque lo observó de reojo. Él no apartó la vista, quería que ella viese el desprecio que le causaba su persona. La mujer lo captó, por supuesto, pero no se inmutó. Se limitó a sonreír con mayor amplitud, dejando entrever unos perfectos dientes blanqueados.

—Tú debes ser el hijo de los Smith —comentó, observándolo de hito en hito—. Me enteré de que mandaron a Garrett con tus padres después de que se arreglasen los papeles en el Centro de Menores. Me alegré bastante, lo último que quería es que esa perra de Ingram se lo quedase. Hubiese sido una desfachatez.

—¡No te atrevas a mencionarla, enferma! —Bramó Garrett. Estaba fuertemente sujeto por los brazos de Spike, pero este comenzaba a tener problemas para retenerlo adecuadamente.

—Harry, haz el favor de echar a ésta mujer de aquí, por Dios —se quejó Spike, que agarraba a Garrett por el tronco—. No sé cuánto más podré aguantar, está histérico.

—¡Deja de decir idioteces y suéltame, mono de feria! —Exclamó el policía, intentando zafarse, pero todos sus esfuerzos fueron en vano.

Harry miró a Claire, que había hecho caso omiso a las palabras de su hijo.

—El señor Strauss era un buen amigo de mis padres —le informó, se notaba la hostilidad en su voz—. Ellos lo sintieron mucho cuando murió. Y, desafortunadamente, los Servicios Sociales no dejaron que la señorita Ingram se hiciese cargo de Garrett, era muy joven y no tenía un trabajo estable, por eso lo adoptaron.

—Sí, siempre fue un tanto pelandrusca la pobre —ironizó Claire, soltando luego una carcajada.

—¡Mierda, Garrett! —Se quejó Spike, el policía había intentado abalanzarse de nuevo sobre la mujer, haciendo daño a su compañero con el codo.

Como agua y aceiteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora