Algo en común

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Algo en común








Miró su reloj, eran ya casi las dos de la madrugada. Aspiró el cigarrillo con parsimonia. Hacía frío, las navidades se iniciaban gélidas en la ciudad y el cielo encapotado amenazaba seriamente con nevar antes o después. A Garrett no le preocupaba empaparse un poco de hiel, así que esperar en aquel parque no fue algo que le irritase demasiado.

Observó a ambos lados, sentado sobre un banco en medio de la penumbra nocturna. Su alrededor parecía sacado de una película de terror, con los árboles convertidos en sombras movibles y la terrible contaminación lumínica otorgando al lugar una atmósfera medio iluminada capaz de asustar a cualquiera.

Le dio otra calada a su cigarrillo y entonces escucho el sonido de unos pasos acercándose. Sus sentidos se pusieron alerta entonces, volteó su cabeza hacia la derecha para ver que unos pies se aproximaban paulatinamente hasta llegar al lugar en el que él se encontraba.

Garrett alzó la vista lentamente, con el cigarrillo en la boca colgándole del labio inferior y sus ojos claros bien abiertos. Justo enfrente, con una sonrisa de oreja a oreja, se encontraba Amelie Ingram enfundada en un enorme abrigo de invierno para resguardarse del frío.

—Has venido —exclamó la mujer, sonriendo.

Garrett asintió, serio.

—No tenía nada mejor que hacer —le contestó, con cierto tono de sequedad—. Siéntate si quieres.

La mujer asintió, colocándose justo al lado del policía, sin dejar de mirarlo con unos ojos entre maternales y admirados.

—Pensé que estarías ocupado —Amelie se encogió de hombros—, no pude llamarte antes y daba por hecho que haciéndolo tan tarde al final no vendrías.

Garrett se inclinó sobre sí mismo, apoyando los codos en sus rodillas mientras se sacaba el cigarro de la boca para tirarlo al suelo.

—No me gusta hacer nada en Nochebuena —respondió con tranquilidad—, y tú me dijiste que era urgente.

Garrett la miró entonces, con gesto curioso, y ella dio un pequeño respingo de sorpresa.

—Bueno, realmente no es tan urgente —confesó, bajando un poco la vista avergonzada—, sólo que me voy mañana y quería despedirme de ti. Además, como es Nochebuena...

Garrett rodó los ojos, que fuese o no Nochebuena daba exactamente igual, él no necesitaba compañía para aquella noche, las festividades no representaban para él nada especial. Y menos teniendo en cuenta que sus orígenes eran entre religiosos y consumistas, dos conceptos que a él le repateaban el hígado.

No obstante, decidió ignorar aquello e intentar ser medianamente amable.

—¿A qué hora sale tu vuelo? —Preguntó el policía, cambiando de tema.

Amelie lo miró, y sonrió levemente de forma ladina.

—A las seis de la mañana, ¿qué te parece?  —soltó un suspiro, como dando a entender que aquello iba a ser un suplicio—, y me esperan unas cuantas horas hasta Francia.

—¿No vas a dormir esta noche? —Preguntó Garrett, alzando las cejas.

Amelie se encogió de hombros.

—A estas alturas ya me da igual —se encogió de hombros—. Los de la compañía de teatro se han empeñado en hacer una cena de Nochebuena, y cuando accedí a ir ya contaba con el hecho de que hoy no dormiría hasta llegar al avión. Así que, aprovechando el desvelo, te he llamado.

Como agua y aceiteWhere stories live. Discover now