Revelaciones

4.6K 472 284
                                    







Revelaciones


Jack Matthews tenía muy claro que su hija podía llegar a ser más terca que una mula, así que pese a su carácter provocador prefirió mantener una actitud sosegada, procurando no alterarla en demasía. Necesitaba a Elizabeth de su parte, ganarse de nuevo su confianza o al menos hacer que no lo mirase como el monstruo que seguramente le consideraba. Después de tantos años ya era hora de que sus dos hijos lo perdonasen definitivamente, era una de sus cuentas pendientes. Además, una buena parte de su plan maestro no podía llevarse a cabo si Elizabeth no volvía a confiar en él, era la ocasión para matar dos pájaros de un tiro. Sin embargo, sabía que se trataba de una tarea difícil y el no disponer de mucho tiempo tampoco jugaba en su favor. Eso sí, Jack Matthews se caracterizaba por ser tan optimista que a veces incluso pecaba de necio y también por tener una paciencia casi inhumana, no por nada llevaba siendo amigo de Wilhelm Kaultzman desde hacía cuarenta años.

—No quiero mentirte, nena. En su día ya pusimos las cartas sobre la mesa, ahora sería una verdadera tontería irte con medias tintas.

Sonrió de la forma más inocente que pudo, pero la chica sabía de sobra que su padre era un maestro en el arte de la pantomima, así que había tomado la postura de no creer nada de lo que pudiese decir lo hacer durante su reunión.

La chica frunció el ceño, hostil.

—Lo único que sé sobre ti después de tantos años es que eres un mentiroso repugnante, pero no tengo ni idea de quién eres —le espetó, intentaba controlar su resentimiento pero era una tarea harto difícil.

—Pues te hago memoria si quieres, pequeña —respondió el hombre con soltura—. Elizabeth, yo soy tu padre.

La chica ni se inmutó ante la broma, es más, su ceño fruncido indicaba que no le había hecho ni pizca de gracia. Es más, se planteó seriamente el levantarse y marcharse de allí, si algo detestaba de Jack era que se tomase a risa absolutamente todo, incluso las situaciones más críticas, como si la vida fuese una especie de broma. Era algo que la sacaba de quicio.

No le daba confianza, tanto él como su madre la habían abandonado junto con su hermano en un momento crítico, para que luego se sucediese toda aquella cadena de infortunios que llevaron a Jack entre rejas.

Al ver la reacción por parte de su hija, el hombre recapacitó, carraspeando ligeramente.

—Bueno, veo que sigues teniendo tan poco sentido del humor como tu madre —observó con naturalidad—. No te voy a pedir que me creas, pero te estoy siendo sincero: no hay nada detrás de mi traslado a Nueva York.

—Si continúas mintiéndome de manera tan descarada cojo la puerta y me voy —sentenció la chica, gélida.

Le parecía increíble que después de todo lo sucedido entre ellos todavía tuviese la cara dura de hablarle como si fuese una estúpida, aquello ya era el colmo.

—Elizabeth, sé que estás enfadada...

—¿Enfadada, yo? —Ironizó—. ¿Por qué debería estar enfadada, Jack?

—No me llames Jack, anda—

—No, en serio, ¿por qué debería estar enfadada? —Insistió ella, elevando el tono de voz—. ¿Por habernos mentido a Keith y a mí durante tantos años? ¿Por haber resultado ser un criminal buscado en más de diez estados? ¿Por abandonarnos? ¿O quizás por haberte ido con mamá a robar el banco que se cargó nuestra familia? O quizás sea el hecho de haber provocado que me quedase sola cuando era una niña, con un hermano drogadicto que ni siquiera tenía la ayuda necesaria para poder salir de su crisis y que fue incapaz de hacerse cargo de mí. ¿Por eso, tal vez?

Como agua y aceiteHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin