Algo personal

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Algo personal





—Eres un imbécil.

Pero Spike no podía dejar de reír mientras se llevaba la taza de café a la boca, mirando a Audrey con aquellas pintas.

Habían pasado dos meses desde que la chica estaba instalada en la casa y durante ese tiempo Harry y Elizabeth se encargaron de buscarle un instituto. La cosa no fue fácil, los cursos ya habían dado comienzo, la mayoría de centros eran bastante reticentes en aceptar a Audrey con el semestre ya tan avanzado y los que no ponían problema alguno quedaban demasiado lejos o no daban muy buena espina.

Sin embargo, cuando ya lo veían todo perdido, Garrett apareció con la carta de admisión a uno de los institutos más caros de la zona, dejando totalmente anonadados tanto a Spike como a Elizabeth.

-No sé qué me deja más loca –comentó la chica a sus compañeros un día-, si el hecho de que Garrett se haya tomado la molestia en buscarle un instituto a Audrey o ver el precio de la matrícula.

—Garrett está podrido de pasta —les comentó Harry entonces, de forma totalmente casual. Ante la perplejidad de sus compañeros, procedió a explicarse—. Max Strauss era rico, un filántropo de esos. Cuando murió se lo dejó todo a Garrett, y cuando digo que se lo dejó todo me refiero a varias cuentas bancarias tanto aquí como en Europa, una casa a las afueras de Cambridge y una residencia de verano en Bath, Inglaterra más un total de tres coches.

Tanto Elizabeth como Spike no daban crédito a lo que estaban escuchando.

—Pero si compra leche a punto de caducar para que la pongan de oferta en el supermercado y le salga más barata —dijo la chica, totalmente anonadada.

—Y baja el calentador del agua para que salga tibia en lugar de caliente y así tener que pagar menos a final de mes.

—Bueno, y lo de llevar remiendos en la chaqueta porque se niega a comprar una nueva antes de los dos años de usarla...

—Y lo de los zapatos...

—Es un tacaño, qué le vamos a hacer —Harry se encogió de hombros—. Pero tiene dinero de sobra para pagar ese instituto y diez más si quisiera.

La nueva información sobre Garrett hizo que tanto Elizabeth como Spikese debatieran entre el estado de shock y una ira creciente tras saber que todos los caprichos avaros de aquel psicópata eran fruto de su enfermedad mental, y no de una verdadera necesidad.

Pese a todo, Spike no pudo pasar por alto el cabreo que cogió Audrey al enterarse de que no solo iría a un instituto privado, sino que también tendría que llevar uniforme reglamentario.

Aquella mañana Audrey comenzaría finalmente sus clases en el instituto Ellington, con un uniforme de color blanco y azul realmente horrible. Y ella tenía cara de muy pocos amigos porque lo peor que le podía haber pasado era tener que ir a un colegio dónde se vistiese uno, según ella, de payaso.

—¡Que no te rías, coño! —Exclamó la rubiade mal humor.

Llevaba protestando constantemente desde que Garrett le informó de la situación; que a un sitio con señoritos ella no iba a ir. Que todos esos eran una panda de imbéciles que no sabían hacer ni la O con un canuto. Pero Elizabeth insistió, intentando calmar las aguas para ver si la chica cedía. Se había volcado mucho en la causa de Audrey, como si fuese su madre, aunque las dos apenas se llevasen un par de años.

Como agua y aceiteWhere stories live. Discover now