XI. Uno menos

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No considero moverme. Podría hacerlo yo mismo, pero es mejor confiar en los profesionales. Señalo a Morgan.

"Señor Fix, por favor", le digo con voz calmada. "Noquee al señor Kozlov"

Dante me mira sorprendido. Tiene los ojos abiertos como platos. La boca abierta. Quiere protestar, pero las palabras no salen de su boca. No lo suficientemente rápido, en todo caso.

En cambio, Morgan Fix, que ya estaba parado junto a Dante, no pierde el tiempo. Él le aplica un veloz golpe en la sien. Mi amigo de infancia cae al piso como un saco de papas. Inconsciente.

Sin decir nada más, Morgan se arrodilla y continúa su trabajo. Está envolviendo lo que queda del cuerpo de Francisco en su casaca para sacarlo de ahí.

"¿Qué planeas hacer con Dante?", pregunta Murphy parándose frente a mí.

"Tenemos que mantenerlo fuera de circulación", respondo. "Que no hable con nadie. ¿En dónde podemos dejarlo incomunicado?"

"En la estación", responde Murphy sin pensarlo.

En la calle Abastos no tenemos una estación de policía, pero tenemos una estación de agentes de seguridad, que es nuestra policía privada. Todos sus miembros son humanos y está administrada por la gerencia de riesgo y seguridad, la cual a su vez está bajo el mando de Murphy Warren. La estación a la que se refiere debe ser el lugar más seguro de toda la calle.

"Ahí tenemos unas habitaciones especiales que diseñamos para mantener vampiros. Completamente selladas. Podemos mantenerlo ahí por un tiempo"

"Pero no mucho", interviene Ana. "Él es gerente de sistemas. Hay muchas cosas que él tiene que aprobar personalmente. No puede desaparecer sin explicación alguna sin que se activen algunas alarmas dentro de la empresa"

"¿Cuánto tiempo crees que sea razonable tenerlo escondido antes de que la gente comience a llamar la atención?", le pregunto a Murphy.

"Medio día. Como máximo", responde ella.

"Bien", digo y me arreglo la ropa. "Hazlo. Morgan, tú deshazte de esos restos"

"¿Tú qué vas a hacer?", me pregunta Ana arrodillándose junto al cuerpo inmóvil de Dante.

"Tengo que ubicar a Laura. Ella fue la que inició todo esto. Tiene que tener información que podamos usar", respondo y me quedo pensativo.

Sería bonito poder ubicar a Laura Franken en este momento, pero no tengo idea de cómo hacerlo. Ella sugirió que tenía que esperar a ser contactado. Francisco De la Cruz fue el que me contactó. ¿Era él un mensajero? ¿He matado la única posibilidad que tenía de llegar a ella y ser parte de su plan?

De pronto escuchamos el timbre de un teléfono celular. Todos nos miramos en silencio. Morgan deja de envolver al vampiro. Ana deja de amarrar a Dante.

"¿De quién es ese celular?", pregunta Murphy preocupada. "Mío no es"

"Mío tampoco", dicen Ana y Morgan al mismo tiempo. Yo me demoro en aportar. Saco mi celular de un bolsillo interior de mi saco. Tampoco está sonando. Niego con la cabeza. De inmediato todos comienzan a buscar el origen del sonido.

Morgan Fix es el que lo encuentra. Entre la ropa que se sacó Francisco cuando hizo su revelación encontramos un aparato pequeño. Es un celular moderno. El agente lo coge y me lo entrega. En la pantalla se puede leer el usuario registrado que está llamando: "Laura Franken".

No pierdo más el tiempo. Respondo.

"Sé que eres tú, Erwin", me dice con su voz inexpresiva. Ésta es la asesina a sueldo que hemos usado algunas veces cuando hemos tenido la necesidad. Su efectividad es indiscutible. Si me quisiera muerto ya lo habría hecho. "Tenemos que hablar"

Los vampiros de la calle AbastosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora