XVIII. El abogado

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Me reclino en mi asiento y cierro los ojos. La situación se está complicando cada vez más. Y aun no he podido hablar con mi familia para advertirles de lo peor que podría suceder. Tampoco he tenido tiempo de cambiarme de ropa. Sigo con mi terno sucio y con tierra encima.

Lo más importante en este momento, me parece, es comunicarme con mi esposa o con mi hijo mayor y decirle lo que tienen que hacer si es que yo muero esta noche. La diferencia podría ser crucial. Ellos tienen que huir. Salir de la calle Abastos y buscar refugio en el caos que es la ciudad que tenemos allá afuera. Con algo de suerte William y sus monstruos tendrán cosas mejores que hacer que ir a cazar a una viuda y sus tres hijos fugitivos.

Me paro y camino a la puerta que lleva de mi oficina a la recepción en la que trabaja mi secretaria Isabela. Abro la puerta y me dispongo a pedirle a Isabela que me contacte con Lucas o con Alicia, pero no puedo decirle nada. Me deja sin aliento ver en el medio de la recepción a Morgan Fix y a Ana Jonas acompañados de un hombre de avanzada edad. Está impecablemente vestido, con su terno y su corbata y su peinado. Me mira preocupado. Morgan y Ana se ven orgullosos.

"¿Qué es esto?", pregunto consternado a los dos agentes. "¿Quién es él?"

"Él puede presentarse a sí mismo", responde el anciano sonriendo. "Buenas noches. Soy Miguel Piqueras, abogado"

"Él es uno de los que ha estado gestionando los contratos de compra a futuro", explica Morgan. "No quería venir, así que fuimos por él"

"Sus esbirros me convencieron de la conveniencia de venir a hablar con usted en persona", completa Piqueras y luego mete las manos al bolsillo. Detrás de él se para Jimenez. "Pues bien. ¿Qué es lo que quieren de mí?"

"Pase a mi oficina, por favor", miro alrededor. "Morgan y Ana, vengan también. Señor Jimenez, espere aquí, por favor"

El abogado avanza lentamente. Morgan y Ana lo flanquean. No parecen confiar en él.

En cuanto estamos dentro con la puerta cerrada, él se sienta en uno de mis sillones y nos sonríe.

"Creo que todos sabemos por qué estoy aquí", nos dice. "Podemos ahorrar tiempo e ir de frente al grano. Tengo mucho trabajo esperándome. Debo resolverlo todo para antes de que abra la bolsa mañana en la mañana"

"Señor Piqueras", le digo con tranquilidad. "Necesitamos entender la naturaleza de los contratos que está generando esta noche"

"Y yo le deseo suerte en su búsqueda de conocimiento. Lamentablemente no voy a poder ayudarlo. Tengo una cláusula de confidencialidad. Es más, el solo hecho de que esté aquí encerrado en su oficina es un problema"

"Todos tenemos problemas esta noche, aparentemente", añado. "Verá, señor Piqueras, no me interesa frenar lo que sea que usted esté haciendo. Es más, es posible que esté jugando a nuestro favor. Lo que necesito es saber qué es lo que está pasando, para poderme preparar para lo que viene"

"Creo que no me estoy explicando de manera adecuada. Legalmente estoy atado a no decir nada. No entiendo por qué eso no está quedando claro"

"Está bien. Tratemos con preguntas específicas, entonces", le digo y me paro frente a él. "¿Cuál es el sentido de adquirir acciones del Grupo De la Cruz, si es que la familia De la Cruz seguiría teniendo la mayoría de las acciones? ¿Cuál es el objetivo final de todo esto?"

Piqueras se recuesta en el asiento y cruza los brazos. Sonriente. Cree que puede mantener su temple. Claramente no sabe con lo que se está metiendo.

"Señor Fix, creo que va a ser necesario traer a alguien para que convenza al señor Piqueras de la urgencia de nuestra causa", me acerco al agente y le hablo en voz baja. "¿Qué vampiro tenemos que pueda venir a meterle miedo a este idiota?"

Los vampiros de la calle AbastosWhere stories live. Discover now