XIX. Contacto con la familia

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Para momentos como éste guardo en un cajón ropa de repuesto. La observo, pero no me la pongo. Lo más probable es que vea más acción durante la noche. Mejor será que siga ensuciando y destruyendo el ajuar que ya tengo puesto.

Cierro el cajón y me contacto con mi secretaria.

"Isabela", la llamo. "Voy a necesitar comunicarme con Alicia, por favor"

Alicia trabaja de noche por decisión suya. Ella no tiene la necesidad de hacerlo, por supuesto. Yo sí, porque tengo que tratar con seres de la noche. Por eso las primeras cuatro horas de mi jornada laboral son en la tarde y las siguientes cuatro en la noche. Luego, pasada la media noche, recién voy a mi casa a descansar. Así es mi vida diaria y todos los que trabajamos directamente en el Grupo De la Cruz.

No obstante, ella trabaja en el museo de la calle Abastos. Está financiado por nosotros, por supuesto, pero no es parte del Grupo. Tiene la misión de mantener la historia de la familia De la Cruz desde sus inicios. Le llamamos el Instituto Anders, porque no fue uno de los De la Cruz el que tuvo la idea de formar una organización cerrada para esto. Fue uno de los miembros de la otra familia de vampiros.

Además, en su momento se consideró que llamar a todo "De la Cruz" dentro de la calle Abastos podía ser sospechoso. Así que se le concedió a los Anders esa gracia.

Alicia, siendo curadora de ese museo, no necesita trabajar de noche. Puede hacerlo de día. No obstante, en algún momento decidió que prefería cuadrar sus horarios a los míos como una muestra de solidaridad por todo lo que yo paso para mantener a la familia. Supongo que no está bien que yo mismo lo diga, pero yo hago muchos sacrificios por mi familia. Mis hijos difícilmente lo reconocen, pero es bueno saber que por lo menos mi esposa lo hace.

Por eso si la quiero ubicar a estas altas horas de la noche, sé que debo llamar al Instituto, no a la casa. Ella ha estado ahí desde que toda esta locura empezó. No tiene idea de que hay una recompensa por mi cabeza y que he asesinado a un De la Cruz. Uno exiliado, pero De la Cruz al fin.

Es hora que la ponga al día y le adelante lo que debe hacer ella con el resto de la familia si es que yo dejo de existir.

"Señor", me responde Isabela. "Antes creo que debe atender una llamada de la señora Warren. Línea dos"

Yo suspiro y bajo la cabeza. Isabela tiene razón. Antes debo hablar con Murphy.

Presiono el botón que abre la línea 2.

"Hola, Murphy. No puedo dejar de tomar nota de que me dejaste solo con William. Por poco no la cuento", la saludo.

"Mi presencia ahí no habría cambiado nada", responde. "Ahora por lo menos estoy viva para seguir apoyándote durante la noche"

Supongo que tiene razón. No la puedo culpar por pensar así, considerando que trabajamos con criaturas de la noche.

"Entonces dime. ¿Qué has averiguado que valía la pena dejarme a morir?"

"Estuve en contacto con Spaz Adler", me dice Murphy. "Le pedí que me diera un reporte de todo lo que ha pasado durante la noche"

Yo guardo silencio. Spaz Adler es el guardaespaldas de mi esposa, Alicia. Hablar con ella habría sido mejor, pero escuchar el reporte de Spaz es un buen segundo óptimo.

"Hoy Alicia ha tenido un día normal", informa finalmente Murphy. "Para ella ha sido un día común y corriente.  Lucas y Russell están en su casa"

"¿Y Kate?", pregunto por mi hija menor. "¿Ella no está ahí?"

"Según Darwin, hoy tenía programada una actividad social en casa de una amiga suya. Una pijamada, si la descripción es correcta"

Yo no recuerdo nada sobre una pijamada. No quiero sonar como un mal padre que no sabe en dónde están sus hijos o cuáles son sus agendas sociales. Tampoco quiero sonar como un padre controlador que necesita saber en todo momento en dónde están. No obstante, éstas son circunstancias especiales. Necesito saber en dónde está y con quiénes.

Los vampiros de la calle AbastosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora