XXIX. Dentro de la casa de William

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Espero pacientemente a que me abran. Lo normal habría sido que la puerta la abra un vampiro. Después de todo, ésta es una casa de vampiros. Cualquier humano vivo que esté aquí adentro tiene los minutos contados o tiene un as bajo la manga.

No esperaba en lo más mínimo que el que me abriese la puerta fuese Mauricio Vásquez, gerente de infraestructura del Grupo De la Cruz.

"¿Mauricio?", pregunto asombrado. "¿Qué haces tú aquí?"

"Alguien tenía que venir", me dice con la tez pálida y con los ojos trastornados. "Tú desapareciste, Murphy insistió en quedarse a esperarte en alguna parte, así que yo tuve que asumir tu lugar"

"Pero... ¿Tú qué sabes de todo lo que ha estado pasando esta noche?", le pregunto preocupado.

"Exactamente. Yo qué cuernos sé de todo lo que ha estado pasando y que me han tenido oculto. Pero ahora que estás aquí, no le veo el sentido a que me quede arriesgando mi vida. Adiós, Erwin"

Y sin esperar respuesta alguna, Mauricio se acomodó la corbata y salió por la puerta, dejándome a mí frente a la casa sin nadie que me reciba.

Aunque la verdad era que no hacía falta.

No obstante, me habría gustado que me cuente un par de cosas sobre lo que estaba pasando ahí dentro antes de que me abandonara. Maldito cobarde.

Ingreso a la primera sala. Ahí me está esperando el primer vampiro de la velada.

"Cierra la puerta, Erwin Martin", me dice Isla De la Cruz.

Yo lo hago y cuando escucho el click de la puerta cerrándose siento que mi destino se está sellando. Que ahora sí que no tendré salvación. Que por lo menos me aseguré de que mi familia huya a tiempo. O que sepa lo que tenía que hacer, por lo menos.

"Bien. Ven conmigo ahora, Erwin Martin", me dice y da media vuelta.

Yo debo seguirla, se supone. No me queda otra opción que hacerlo.

No puedo dejar de notar que Isla no me comenta que Mauricio se ha ido. Que yo he llegado y lo he reemplazado. La vampira lo toma como si fuera algo normal y natural. O como si ya lo hubiese previsto.

Camino lentamente hasta la sala principal en la que sé que se está llevando a cabo el directorio. Cuando paso por el umbral, me sorprendo al verla vacía. Ahí me está esperando Isla. Sonríe al verme dudar.

"¿Qué creías? ¿Que nosotros estaríamos esperando a que llegues por un par de horas? Tú, un ser insignificante, no ameritas ni cinco minutos de nuestro tiempo"

Yo busco con la mirada. No hay nadie más. Estamos los dos solos.

"¿En dónde está William?", prregunto.

"William De la Cruz ha decidido adelantar su retiro. Se está preparando para su sueño de cien años. Beatriz De la Cruz será despertada pronto para que lo reemplace"

"Eso no tiene sentido", le digo. "Faltan tres años aun para el retiro de William"

"Sí, lo sé. Todos lo sabemos. Lamentablemente, los acontecimientos de esta noche han precipitado las cosas"

El sistema funciona. El sistema mantiene las cosas en equilibrio. Cada cien años el vampiro que dirige a la familia se va a dormir por varios siglos. En su lugar es traído a algún otro de los vampiros mayores que está descansando. Así se va reciclando a la familia.

A William De la Cruz le quedan tres años todavía. En su lugar se traería de vuelta a Beatriz De la Cruz, una vampira mucho más agresiva. Calculadora y planeadora. Los humanos detrás del Grupo hemos estado preocupados al respecto, porque la llegada de Beatriz podía significar cambios radicales en cómo se manejan las cosas en la calle Abastos.

Los vampiros de la calle AbastosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora