XXXVI. Frente a la fachada

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Caminé con paso decidido hasta la casa de Largo Alba. No hizo falta que tocara el timbre. La puerta estaba abierta.

Junto a la puerta me está esperando la empresaria Rebeca Oliva. No quiero ni siquiera saber cómo es que estaba al tanto de nuestros pormenores. Que sabía que tenía que estar ahí en ese preciso instante. Está vestida elegantemente, con zapatos de taco y vestido para un coctail. Definitivamente no es una mujer de acción. Ella es una mujer ejecutiva.

"Buenas noches, Erwin", me dice cuando estoy cerca. A un par de metros de ella me detengo. A mi lado están Drakken y sus mercenarios con sus rifles listos. Al otro están Ana y Morgan. Toda una comitiva la que tengo. Rebeca, en cambio, está sola. Eso me parece sospechoso.

"Hola, Rebeca. Pronto va a amanecer", le respondo. "¿Vienes sola? ¿Sin protección?"

"Oh, tengo protección", ella señala por encima de mí. Me volteo y veo dos sombras que se mueven al otro lado de la calle.

"Vampiros", comento. "¿Consideras seguro contratarlos para que te protejan?"

"Tú trabajas para ellos. Dime qué tan seguro te sientes", me responde.

Miro el interior de la casa. Dentro no se escucha movimiento. Pareciera que ahí solo habría fantasmas y cadáveres. Curiosamente, ése es precisamente el caso.

"Siento como si todo me hubiese llevado a este momento. Como que éste es mi destino", me digo. Ella asiente, pero no dice nada. "Por cierto, quería confirmarte que honraré nuestro trato. Ustedes serán nuestros únicos proveedores de maquinaria y repuestos. De todo lo que ustedes ofrezcan"

"Genial. Estoy muy agradecida", responde ella sonriendo. Rebeca no es una mujer fea. En sus tiempos debe de haber sido muy atractiva.

"Y hay algo más", le digo dando un paso hacia la puerta. "Próximamente vamos a tener una posición disponible dentro del Grupo De la Cruz. A lo mejor quisieras venir a trabajar para nosotros"

"Oh, vamos, Erwin. He trabajado mucho para poner a Oliva Motors en donde está. No la abandonaría luego de un golpe de suerte como éste. Tendría que ser un puesto muy interesante. Y muy bien pagado"

"Sí lo es. Se trata de mi puesto"

No le doy tiempo para que lo piense. Me meto a la casa. Entro solo. Mi comitiva se queda afuera.

Dentro ya están todos esperándome en la sala.

En una esquina está sentado Largo Alba. Él es el secretario del directorio. Fue el que convocó la reunión de urgencia, así que él es el que la preside, dada la ausencia de William. Tiene sobre las piernas un block de notas de madera, hermosamente adornado, en el cual ha estado anotando cosas.

En la esquina opuesta se puede apreciar a Joseph Anders. Está parado con una mano apoyada en el respaldar de un sillón, como indicando que si tuviera las ganas de sentarse, lo haría en ese mueble. Él está atento, con los ojos yendo de una persona a otra.

Y aislado en otra esquina está el último De la Cruz miembro del directorio, Dana. Ella fue nombrada solamente para que los De la Cruz no perdieran el control de la empresa. Es sumisa, tranquila y pacífica. No estimamos que vaya a ser un problema.

"Oh, por fin llega, señor Martin", me saluda Largo Alba. "Tome asiento, aunque no creo que esto vaya a durar mucho"

"Yo tampoco", anuncia Joseph. "El asunto es bastante simple. William se está retirando prematuramente. Ya lo ha hecho, de hecho.  Su sucesora, Beatriz, acaba de ser pulverizada por una explosión, que espero que vaya a ser investigada a profundidad"

Los vampiros de la calle AbastosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora