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Capítulo 3

Derrick estaba postrado en cama y el trabajo de las mansiones ducales se transfirió a Judith. En lugar de estar directamente involucrado con la gerencia, su hermano mayor, Vinsen, fue quien ayudó.

La tez de Derrick se volvió demacrada a medida que pasaban los días, hasta que ya no pudo recobrar el sentido y mantenerse debidamente consciente.

Mirando su tez pálida cenicienta, Judith sintió que este era su castigo. Hasta ahora, había hecho llorar a tantas mujeres, y había hecho que la de Judith, su esposa, se pusiera varias veces en el hazmerreír frente a otras.

¿No se dijo que para aquellas personas que golpearon los corazones de otras personas, se les pagará el doble? Ese fue claramente el caso con Derrick.

Mirando a su esposo que no podía levantarse de su cama, recordó a la joven de una familia vizconde, de quien se había enamorado profundamente y no volvió a sus sentidos antes de volverse así.

Silvia Wirell.

La mujer que la despertó la curiosidad de preguntarse cómo diablos capturó a su esposo de esta manera.

T/N: Ella es una zorra.
PR/N: si ella respira es un THOT

Sylvia Wirell no envió ni una sola carta desde que Derrick colapsó. Y como había predicho, incluso en el futuro, no enviaría cartas ni cosas por el estilo.

No importa cuánto se dijera que su matrimonio era un negocio que conectaba a las familias, seguía siendo una relación importante, ya que era una promesa hecha frente a los demás.

De hecho, se decía que en la alta sociedad, una esposa que no era amada por su esposo era despreciada, pero debido a los rumores de engaño de Derrick, Judith experimentó humillaciones hasta el punto de hervir su sangre.

  Además de tal percepción social, para él tener relaciones extramatrimoniales abiertamente en el Imperio de Tireur, un lugar donde el adulterio es legalmente un delito grave, equivalía a tirar por la borda el propio honor.

Es por eso que Judith estaba enojada con Derrick por no ocultar sus reuniones con Sylvia Wirell, y al mismo tiempo concluyó que Sylvia Wirell no podría enviarle una carta a su esposo.

'Me pregunto, ¿en qué estará pensando ahora?'

Según los informes, Derrick seguía regalándole joyas y vestidos elegantes extremadamente caros a Silvia todos los días. No solo expresó su amor en porciones, lo hizo sin saltarse un solo día. Al ver esto, Judith naturalmente pensó que era sorprendente que todavía quedaran activos de la familia ducal.

  A los ojos de los demás, era una persona sinceramente dedicada a su amada, hasta el punto de que estaba dispuesto a dar su vida por ella.

'Él no es diferente de un tonto.'

A Silvia le deben haber gustado mucho y aceptado. Para ella, todo era hermoso y misterioso porque acababa de mudarse a la capital, y ahora tenía un duque, que era uno de los mejores del Imperio, se enamoró de ella y no pudo superarla. ¿Cuánto mejor podría ser?

Empapada de tanta felicidad, el hecho de que él fuera un 'hombre casado' debió haberla ensombrecido.

"Ni siquiera es gracioso."

Judith, que miraba fijamente a su esposo con los ojos cerrados como si ya estuviera muerto, se echó a reír.

No tenía más expectativas de él por el estilo. Ya había pasado mucho tiempo desde que tenía las más mínimas expectativas hacia Derrick. Se había hecho añicos el día que él la abandonó en su primera noche juntos. 

Sus continuas aventuras extramatrimoniales hicieron que sus bajas expectativas se convirtieran en un odio ardiente que se había esparcido como ascuas en su corazón.