CAPITULO 4

26 4 5
                                    

Lucienne

Sábado, el día de la boda. 

9:20 AM

Sí hace tres días estaba preocupada, hoy tenia los nervios a flor de piel. Estaba a tan solo unas horas de casarme y todo se sentía irreal. Nunca me había parado a pensar en el momento que esto llegara. Para muchos podía ser ingenua al querer vivir este momento, pero todos tenemos sueños y este lo había sido. Siempre fue un sueño, más no una meta. Son dos cosas completamente diferentes. Mis metas eran mi trabajo y tener una buena vida, mi sueño en cambio, vivirla con alguien que me quisiera tanto como yo a él.

Y tal parece que lo estaba logrando. Pero había algo que me estaba pinchando en el cerebro. Una sensación extraña.

— Hoy estas muy pensativa, hija. — Mamá estaba terminando de desayunar conmigo en la habitación. — ¿Te sientes bien? ¿Necesitas un analgésico?

Terminé de dar el último bocado mientras dejaba el plato de fruta en la pequeña mesa del comedor junto a la ventana. 

— Estoy bien, solo tengo nervios. — La otra parte se la oculté, no quería que sus pensamientos y los míos interfirieran entre sí y se creara un caos.

— Es normal, querida. Recuerdo que cuando tu papá y yo nos casamos, unas horas antes yo estaba al borde la locura. Tenía miedo de que me dejara plantada en el altar o hiciera aparición alguna mujer reclamando que no podría casarme con él. No debes preocuparte. Todo saldrá de maravilla.

Asentí, levantándome de la silla y yendo directo a los vestidos para sacarlos de su bolsa.

— Lo sé. No los había sentido por completo hasta ahora... Es solo que tengo miedo. — dije con tristeza. — Tengo miedo a que suceda algo malo... 

Mis manos hicieron una especie de movimiento extraño mientras me retorcía los dedos.

— Cariño — Mamá se apresuró hacia mí y me acarició las mejillas con dulzura — Todo está bien. Drew y tú se aman. No hay nada que cambie eso. ¿Sí? Ahora vamos a bañarnos, los estilistas vendrán pronto.

...............

11:10 AM

Mientras los estilistas trabajaban en el cabello de mamá y el mío, nosotras charlábamos animadamente.

— No puedo creer que Karl haya empacado un par de calcetines distinto. — le dije a mamá mientras observaba mi reflejo en el espejo y la chica que trabajaba en mi cabello me sonreía.

— Siempre ha sido un poco distraído —respondió ella con cariño, por supuesto. — Recuerdo que cuando era un niño siempre tenía que buscar sus calcetines. No podía enviar a mi hijo al preescolar con diferente par.

Reí ante el recuerdo y di un asentimiento suave para no estropear nada. Karl siempre había sido un espíritu libre, algo como el caballo Spirit. Un rebelde sin causa. Pero a pesar de su desorden siempre se las arreglaba para hacer todo bien.

— Me envió un mensaje diciendo que papá y él tuvieron que ir a buscar un par de emergencia a la tienda del hotel. Espero que lleguen a tiempo.

— Seguro que sí, Lucy. No te preocupes de ello — movió su mano, restándole importancia — Tú papá siempre lo rescata.

Suspirando, le di la razón. Papá era el pilar de esta familia, y aunque Karl y él tenían una personalidad similar y también discusiones divertidas, en momentos como estos no podía dejar a su niño. 

Sin embargo, decidí cambiar el tema a otro que me tenía preocupada.

— Cuando saliste ¿Viste a Andrew por el pasillo? Te lo mostré en una foto ¿recuerdas? No ha llegado aún y es el padrino de boda.

Hasta que el padrino ¿me rescate?Where stories live. Discover now