CAPÍTULO 22

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Andrew

El aire alrededor de nosotros se había sentido cargado de electricidad después de que esas palabras se escaparan de mis labios. Mis manos temblaban ligeramente en las mejillas de Lucienne y mi corazón latía con fuerza en mi pecho. Ambos nos mirábamos el uno al otro mientras nuestras respiraciones entrecortadas hacían eco en la habitación silenciosa.

—No sabes hace cuanto, Lucienne.— había murmurado tratando de controlar el tornado que me estaba invadiendo todo el cuerpo. Había guardado esto, mis crecientes sentimientos desde hace un tiempo, temiendo a que fuera muy pronto, o peor aún, temiendo a ser rechazado y arruinar nuestra amistad.

Ahora esas palabras se habían escapado y estaban flotando entre ambos, tal como mi impulsividad. Siempre traté de andar con cuidado entre nosotros, supe desde hace unos meses que quería a Lucienne, más que solo como una amiga.

Mientras seguíamos en la habitación, ella me observaba con una intensidad que me hacía sentir vulnerable, y es que no se daba cuenta pero con cada sonrisa, cada mirada, ella... Simplemente derribaba otra de las paredes que yo construía entre ambos. Sus ojos ahora mismo estaban brillando, pero veía en ellos sorpresa y tal vez algo más que ahora mismo no sería capaz de identificar. 

El impulso de acercarme a ella y tomarla entre mis brazos mientras la besaba era abrumador, pero me contuve, temeroso a arruinar este momento. No quería precipitarme a repetir nada ahora y cometer algún error del cual podríamos arrepentirnos.

—Andrew...— su voz era un susurro lleno de significado que me hizo estremecer. ¿Ella era consciente de lo que su voz, su dulzura o una simple sonrisa podían hacerme? No lo creía, porque era algo que nadie le había dado la oportunidad de saber.

Ni siquiera había sido consciente de que nos habíamos separado hasta que yo me estaba acercando a ella de nuevo a paso lento, como si temiera asustarla si iba demasiado rápido. 

Nuestros rostros estaban nuevamente a centímetros de distancia pero ahora era muy cobarde y no me atrevía. Podía sentir su aliento cálido acariciando mi piel.

—Lucienne—dije en primera instancia, precavido y acariciando su cabello—. Yo no quisiera...

Y entonces volvió a suceder, Lucienne había tomado la iniciativa, encontrando nuestros labios en un beso más suave y relajado, nuestras respiraciones sincronizadas mientras sus manos jugaban con mi cabello, jalando suavemente. Mis manos bajaron de su cuello hasta el borde su camisa, tomándome el atrevimiento de sentir su piel debajo de ella, era tan suave que sentí que había encontrado el paraíso.

—Lucienne—volví a susurrar pero ella no me dejaba hablar. Era como la segunda o tercera vez que decía su nombre, y me gustaba, demonios, me volvía loco tan solo pensarlo.

No dije nada más, en cambio presioné por última vez mis labios sobre los suyos, alargando el beso lo más que pudiera. Después nos separamos lentamente, nuestras miradas aún permanecían conectadas, hablando por si solas. Una sonrisa suave y tímida jugueteaba en sus labios, reflejando los nervios que tal vez estaba sintiendo.

Por mi parte volví a colocar mis manos en sus mejillas coloradas , contemplando lo hermosa que se veía.

Ella rompió el silencio con un susurro que, de no ser porque estábamos tan cerca, no lo hubiera escuchado.

—Yo... lo lamento.

—¿Qué?—pregunté confundido.

—Lo siento —dijo relamiendo su labio inferior —. Yo...

—Lucienne, no lo sientas. No lo hagas—repasé mi pulgar delicadamente sobre sus labios, tentándome y tentándola, pero a la vez tratando de darle seguridad —. Yo quería esto. De verdad. 

Hasta que el padrino ¿me rescate?Onde as histórias ganham vida. Descobre agora