CAPÍTULO 14

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Lucienne 

Jueves

Me encontraba en la habitación, sentada en la cama. Se me había estado yendo un poco la mañana viendo cada una de las fotos de la feria, las cuales Evie había enviado a mi teléfono celular.

Mientras miraba algunas de las fotos que nos habíamos tomado juntas, no podía evitar la sonrisa que salía de mi al recordar como ella no había parado de hablar y hablar. En realidad, resultaba ser una persona muy agradable cuando aprendías a tomar el hilo de sus conversaciones, y eso me gustó, porque era muy espontanea.

Al pasar a otras fotos vi como Theresa y yo estábamos abrazadas, eran tan bellas que sin duda las revelaría cuando llegara a casa. En una de ellas pude observar mi propia sonrisa y mis ojos, que a diferencia de los últimos días, ya no lucían tan tristes. Quería atribuírselo a la ayuda que me hizo el hablar con Andrew sobre eso, y a mi claro pensamiento de que podía vivir con un corazón roto.

Al deslizar mi dedo por la foto veinte, veintiuno y veintidós, solté una pequeña risa. Andrew había logrado hacerme reír en todas ellas.
En una de las fotografías, ambos nos veíamos a la cara, muriendo de risa por algo que había dicho.

En la fotografía veintiuno, él tenía la mano sobre mi cabeza, señalando nuestra diferencia de altura, y en la foto número veintidós, lo vi agacharse un poco para quedar a mi rango y abrazarme por detrás. Él tenía una gran sonrisa y sus ojos achicados, mostrando lo feliz que estaba en ese momento. 

Yo, en cambio, tenía la cabeza echada hacia atrás, muriéndome de risa por el susto que me dio, y al mismo tiempo, sosteniendo sus manos. Cualquiera que pudiera ver esa última foto pensaría que somos una pareja, y eso me hacía sentir extraña. Sin embargo si así lo pensaran no me importaría en lo absoluto, porque era Andrew, una persona y un amigo maravilloso que me había presentado la casualidad y la desgracia. Y sobre todo, no me importaría en lo absoluto porque sé que él estaba intentando hacerme sonreír. 

Después de echarle un vistazo de nuevo a esa última foto dejé mi celular en la cama, recordando que ya era jueves. Solo me quedaba este día y el viernes en este hermoso lugar.

Me hacía sentir triste tener que dejar Redwood City, por todo lo bello que representaba, y una parte de mí también estaba nerviosa al caer en cuenta que tendría que volver a mi realidad.
La realidad de las habladurías en el trabajo, la familia y las amistades del estúpido de Drew. Pero sobre todo, me daba un nerviosismo tener que enfrentarlo yo... sola.

Enfrentarlo a él.

Sentía que no estaba lista para hacerlo, en realidad no lo sentía, lo sabía. No estaba para nada lista. El solo verlo o pensarlo hacía que se me revolviera el estómago de la rabia, pero era algo que eventualmente tenía que suceder. Yo no quería volver a mi apartamento, porque sabía que era el primer lugar en el que me buscaría. Lo mejor sería volver a casa, con mis papás y Karl. Quería volver a sentirme segura.

Dando un pesado suspiro marqué el número de mi madre, esperando a que respondiera. Al tercer repiqueteo lo hizo.

— ¿Hola?

— ¡Hija! ¿Cómo estas Lucy? Dime ¿Te encuentras bien allá? Espero que si lo estés. Estoy tan feliz de que te hayas comunicado con nosotros ayer antes de irte a esa feria, que, por cierto se ve maravillosa.

Mamá hablaba tan rápido que no me daba tiempo de responder.

— Sí mama, estoy bien. De hecho un poco triste porque él sábado regreso. No sabes lo sanador que es estar aquí, respirar el aire fresco, levantarte temprano y aprovechar el día...

Hasta que el padrino ¿me rescate?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora