Capítulo 2: Brauquiana (I-II)

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Durante los siguientes días todo transcurrió con normalidad en la Universidad de Nivek

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Durante los siguientes días todo transcurrió con normalidad en la Universidad de Nivek. Alumnos de todos los grados, asistiendo a todo tipo de labores. Algunos preferían holgazanear en los jardines, mientras otros estudiaban arduamente con la esperanza de llegar a ser, quizás, el primer alumno que pudiese estudiar en Arquedeus, la cúspide de la tecnología y saber en el mundo. Todavía nadie había logrado tener el honor de recibir conocimientos de los Maestros arqueanos, ni siquiera los más importantes investigadores de Galus. Por eso mismo, aunque ese fuera el sueño de muchos, la mayoría había abandonado toda esperanza de lograrlo.

La fama de Jack se acrecentaba rápidamente en la universidad y muchos pensaban que, si alguien podría merecer un honor así, sería él. Pero Jack ni siquiera había pensado en dejar su tierra, amaba más la vida que llevaba con su esposa, más que cualquier otra cosa. Y sus clases, tampoco podría dejarlas, siempre las impartía con gusto y buen humor. Ese era Jack, tan sorprendente y sencillo a la vez.

Esa mañana se encontraba sentado frente al ordenador, tecleando a gran velocidad un reporte sobre su continua investigación de mutaciones. Su oficina lucía fatal, tenía montañas de papeles apilados sobre su escritorio y, a pesar de que el curso estaba por concluir, a los profesores aún les faltaban algunas semanas de trabajo.

Un borrón blanco llamó la atención de Jack cuando la puerta de su despacho se abrió, alguien acababa de dar un paso adentro. Un joven de estatura media, cuya bata de laboratorio ocultaba, hasta las rodillas, el pantalón de mezclilla azul que vestía.

—Doctor Relem, aquí están los cariotipos que me había pedido —dijo el joven, mientras se acercaba al escritorio de Jack. Su piel cobriza contrastaba con el blanco de su bata, pero era su cabello largo y desarreglado lo que llamaba la atención.

—Gracias Niel —dijo Jack, sin despegar la mirada de la pantalla—, déjalos sobre la mesa. Ya puedes retirarte, nos veremos mañana. —Niel asintió con un gesto de cabeza y se giró para retirarse, pero Jack se apresuró a añadir—: Por cierto, ¿podrías decirle a Finn que venga un momento por favor?

Niel frunció el ceño antes de responder. Jack sabía que, a su aprendiz, le resultaba bastante curioso el hecho de que hubiese aceptado a dos alumnos de primero en el laboratorio, después de todo, él formaba parte de su verdadero equipo de investigación y le había costado mucho trabajo lograrlo.

Lluvia de Fuego: La Era del Fuego IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora