Capítulo 22: El mago y el dragón (II-II)

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Pista de audio recomendada: Grim Reaper - Vindictus.

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Los gritos de la gente se escuchaban cerca

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Los gritos de la gente se escuchaban cerca. Helicópteros descendían en las montañas, mientras algunos otros se elevaban, llevándose a los sobrevivientes. Abajo, en el valle, aún se escuchaban gritos lejanos de origen desconocido, saliendo de entre la bruma de polvo, ceniza y humo que cubría la ciudad de Nivek. El gran dragón rojo la sobrevolaba, cerniendo sus llamas sobre la parte de la ciudad que no había sido alcanzada por la destrucción. Las enormes columnas de humo se levantaban, tan altas que se fundían con la cobertura negra que yacía, estática, sobre los pocos edificios que habían permanecido en pie.

Al ver la escena, no pudo evitar sentirse culpable. Todos los que habían sobrevivido ahora enfrentaban un nuevo desastre, uno que nadie hubiera podido creer. Las construcciones se incendiaban, el fuego literalmente llovía sobre Nivek. El dragón rugía, amenazante, furioso; buscaba a Jack, pero él observaba todo desde las montañas, ocultándose. Ya no utilizaba su poder. Sabía que por eso ya no podía encontrarlo, y esperaba que siguiera así.

Cerró sus ojos y trató de ignorar los gritos. No podía hacer nada por esas personas..., no ahora. Abrazó a Kail y se alejó en dirección opuesta. Ya estaba cerca de los helicópteros, sólo faltaba un poco más para que pudiese alcanzarlos.

Las enormes montañas del norte de Nivek se erguían ante él. Avanzó entre rocas y terracería hasta que visualizó muchas personas aglomerándose. Un mal presentimiento lo invadió, ¿por qué no se iban?

La zona, debido a la altura, estaba libre de la bruma que invadía la ciudad, pero no libre de la oscuridad del cielo. Jack llegó hasta la zona de conflicto y comenzó a abrirse paso entre la multitud, protegiendo a su hijo con su cuerpo. Los helicópteros estaban partiendo sin llenarse al máximo, tal parece que eso estaba desatando la histeria, todos querían irse y había un retén de seguridad que lo estaba impidiendo. Jack se acercó a una mujer para preguntar qué ocurría.

—Dicen que esperemos a que vuelvan. Dejarán a unos y volverán por nosotros —dijo ella, pero luego ignoró a Jack y siguió gritando junto con la multitud—: ¡Queremos irnos! ¡Queremos lugar!

Lluvia de Fuego: La Era del Fuego IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora