Capítulo 13: Cuerpo y Mente (II-II)

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Las siguientes semanas, Jack y su equipo, se la pasaron analizando la nueva información que poseían

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Las siguientes semanas, Jack y su equipo, se la pasaron analizando la nueva información que poseían. Niel y Zenna habían encontrado a uno de los varanos que había eclosionado en la mina, pero no pudieron capturarlo. El animal era demasiado agresivo y muy ágil. Había escapado de ellos fácilmente, pero por lo menos habían alcanzado a verlo. Según su descripción, presentaba deformaciones físicas y un tamaño descomunal. Casualmente, eso coincidía también con lo que le ocurría a Bertha, la iguana de Finn. Estaba claro que lo que sea que causara esa mutación se encontraba en el interior de la mina.

Para seguir con la investigación necesitaban muestras, así que Jack se propuso conseguirlas. Se colocaron incubadoras con huevos de iguana, varano y cocodrilo —por ser uno de los reptiles más grandes y fuertes—. Esperaban que, al estar cerca de la mina, nacerían nuevas crías con la mutación genética que deseaban. Así tendrían nuevos mutantes resistentes con los que trabajar. El único problema de esto, era que los huevos tardarían entre dos y tres meses en eclosionar, tendrían que esperar un buen tiempo antes de poder cosechar frutos.

Con la investigación marchando sobre ruedas, Jack había comenzado a asistir a las sesiones de meditación en las instalaciones de la universidad. Esperaba que, con la práctica, pudiese repetir aquella extraña situación. Aquella sensación de "localización celular" —como él había llamado al hecho de sentir sus propias células y órganos internos— que no había vuelto a sentir.

Su frustración con el asunto lo orilló a pedir asesoría directamente con un experto en el tema. No sabía a quién recurrir, así que, luego de pensarlo mucho, se atrevió a contar su experiencia a la instructora de las sesiones. Era una muchacha más joven que él, pero a pesar de eso, parecía tener suficiente conocimiento en el área reflexiva como para ayudar a Jack en lo que necesitaba.

Jack recordaba el momento en que había hablado con ella. El olor a incienso inundaba la habitación. Ya todos se habían ido cuando él se acercó para preguntarle. Al principio había tenido miedo de que lo tachase de loco, pero la curiosidad pudo más que su temor. Preguntó con cuidado de detallar cada sensación y experiencia que había tenido. La instructora lo escuchó con atención y, cuando hubo finalizado, dio su opinión al respecto.

Lluvia de Fuego: La Era del Fuego IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora