Capítulo 7: Falghar (II-II)

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El tercer piso era un nivel más de la biblioteca, con centenares de libros arruinados por el tiempo y más sillas arcaicas rodeando mesillas de trabajo, nada más que llamara la atención

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El tercer piso era un nivel más de la biblioteca, con centenares de libros arruinados por el tiempo y más sillas arcaicas rodeando mesillas de trabajo, nada más que llamara la atención. En el cuarto nivel, había bastantes camas, un dormitorio. Ahkzar detuvo su marcha en este lugar para volver a dirigirse a sus invitados.

—Aquí es en donde los hijos de los Rahkan Vuhl dormían —dijo señalando las camas de la habitación, hechas de madera y cubiertas por sabanas grises, obviamente colocadas ahí desde hace poco—. Sólo ellos tenían el derecho a convertirse en aprendices de Dios. Los llamaban: Vuhlukan. A partir aquí, sólo los Vuhlukan y Rahkan Vuhl, podían acceder a los siguientes niveles. Las personas normales, es decir, los otros arqueanos, se quedaban en los primeros pisos, en donde los conocimientos se limitaban a las ciencias básicas. Los siguientes niveles contienen los secretos de nuestra ciencia primitiva. Venid —explicó el anciano.

Jack comenzaba a relacionar lo que el hombre había dicho al principio del trayecto, tratando de comprender la forma de pensar de estas extrañas personas. Ya no le cabía duda de que estaba tratando con alguna especie de culto o religión, pero le resultaba curioso el pensar en cuanta diferencia había con las religiones que él conocía. Este era un dogma curioso, cuanto menos, intrigante.

Al llegar al quinto nivel de la torre, la habitación estaba vacía. A estas alturas, Jack, ya estaba disfrutando del recorrido, pero su naturaleza científica le obligaba a cuestionar todo lo inexplicable.

—Esta es la sala del cuerpo y la mente —dijo Ahkzar, cuando hubieron llegado al centro de la habitación vacía—. Desconocemos el uso que se les daba a las salas que veréis a continuación, pero podemos dar una interpretación. Se cree que, en este lugar, aquellos que aspiraban a convertirse en un Rahkan Vuhl aprendían a ser uno con la naturaleza. Debían dominar el cuerpo y la mente, en pocas palabras, esta era una sala de meditación.

Ahkzar continuó su caminata, explicando que, para llegar al siguiente nivel, un Vuhlukan siempre debía haber dominado los secretos del anterior. En la sexta sala, aprendían a ser uno con el viento, el aire que respiraban, y así, comprendían su existencia más allá de lo tangible. En el séptimo, el agua hacía su presencia, purificaban su mente y comprendían los secretos que el líquido poseía. En el octavo, el suelo era terracería cultivada con plantas exóticas, en donde dominaban los conocimientos de la naturaleza. Según el anciano, este era el nivel crucial para todo aprendiz, puesto que la vida es mucho más complicada de comprender que la materia inerte. La vida no alcanzaba. Muchos jamás superaban esta prueba, pereciendo en el intento.

Lluvia de Fuego: La Era del Fuego IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora