Capítulo 20: El Coloso de Fuego (II-II)

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Pista de audio recomendada: Formidable Enemy (incluida en el video).

Cuando Lina reaccionó, Jack, sin perder tiempo, abrió la tapa del depósito

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Cuando Lina reaccionó, Jack, sin perder tiempo, abrió la tapa del depósito. Al instante, el calor del exterior entró como un demonio agresivo, devorando hasta la última bocanada de aire fresco. La joven pareja y su hijo salieron de su refugio para ver los alrededores, ardiendo al rojo vivo. Ya no había escombros —habían sido barridos por la última explosión—, sólo quedaba un suelo desértico, encendido cual carbón.

Aprovecharon la humedad de sus ropas para andar sin quemar sus pies

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Aprovecharon la humedad de sus ropas para andar sin quemar sus pies. Ya no quedaba nada del vehículo, la camioneta estaba desecha, tendrían que ir andando hacia las montañas.

Jack recibió a Kail en sus brazos —asegurándose de que su cobija lo cubriese bien—, se quitó lo que quedaba de su bata y cubrió a Lina con ella, todo con tal de protegerla de la inclemente atmósfera. Protegiéndose como podían, corrieron lo más rápido que pudieron. Jack iba al frente, sosteniendo a Kail con una mano y a Lina con la otra. Fueron atravesando calles llenas de polvo y ceniza. La oscuridad era casi absoluta por las nubes negras que cubrían el sol, la lámpara era poco útil en esta situación.

A su alrededor se escuchaba el fuego, consumiendo los restos de las casas, edificios y cualquier cosa que quedase en pie. Los sonidos eran aterradores, pero había algo aún peor, algo que hizo que las llamas se oyesen como tenues campanillas y el rugir de la tierra quedase opacado con facilidad. De pronto, se escuchó un sonido que hizo vibrar el suelo y los tímpanos de todo aquel que lo escuchase. Era una voz. Una voz que heló a Jack hasta los huesos.

«¡RAHKAN VUHL

Jack y Lina pararon en seco, mirando a su alrededor.

—¡¿Qué ha sido eso?! —dijo Lina, aterrorizada.

—¡¿Lo has escuchado?! —respondió Jack, sorprendido. Si Lina lo había oído, significaba que no estaba loco.

—¡Claro que lo he escuchado! ¡Seguro que media ciudad lo ha escuchado!

Mientras hablaban, una enorme llamarada pasó a centímetros de ellos. La potencia del fuego despejó la visión de los alrededores. La ceniza y el polvo se habían apartado, dejando visible un amplio camino de llamas —del ancho de toda la avenida— ardiendo en línea recta. Jack tiró de la mano de Lina para indicarle que siguieran hacia otra dirección, ocultándose entre la nube de polvo y ceniza.

Lluvia de Fuego: La Era del Fuego IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora