Capítulo 15: Adiós Amiga (II-II)

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Cuando Finn entró al laboratorio vio los restos de los frascos a los que Gianna se refería

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Cuando Finn entró al laboratorio vio los restos de los frascos a los que Gianna se refería. El lugar era un desastre. Había un enorme contenedor lleno de patas, ojos, garras, esponjas, y otras cosas difíciles de identificar, todas ellas revueltas y flotando en formol.

Sin prestarle más atención de la debida siguió su camino. Sacó a Bertha de la maleta, la dejó sobre una de las mesas, tomó una escoba de la oficina y terminó de barrer los restos.

La iguana seguía inquieta, mirando en todas direcciones. Finn le dirigió una sonrisa y ella emitió un suave sonido gutural como respuesta. Por lo menos ya no se movía como loca sin razón aparente.

—Buen día, Finn —saludó Niel, entrando repentinamente en el laboratorio.

—Buen día, Niel —respondió Finn, con naturalidad, mientras terminaba de barrer.

—No me prestes atención, sólo he venido por unas cosas que olvidé en la oficina del doctor. Estoy pensando en visitar al doctor Rogers para preguntarle algunas cosas —dijo el joven, entrando en la oficina de Jack y saliendo, unos instantes después, con un cuaderno en la mano—. Las tengo, ahora me retiro. Disculpa que no te ayude a limpiar, llevo un poco de prisa.

—No te preocupes, yo me encargo. Consíguenos algo bueno —respondió sin prestar atención.

Niel mostró el pulgar de manera afirmativa, salió del laboratorio a toda prisa y cerró la puerta. Finn terminó de barrer los restos, los depositó en el bote de basura con toda calma y se dispuso a hacer lo que había venido a hacer. Miró a la mesa... ahí estaba Bertha, tan hermosa como siempre.

—¡Bertha! ¡Santo cielo! ¿Te ha visto Niel? —preguntó Finn a su iguana. Bertha lo miró, ladeó la cabeza un segundo y la agitó para negarlo—. ¡Uff que suerte hemos tenido! Imagina si se hubiera percatado de...

—Vaya... que memoria la mía. Olvidé mis llav... ¡Wow! ¿Qué es eso? —Niel había regresado, encontrando a Finn frente a frente con la iguana. Observaba la escena con los ojos bien abiertos.

—.... que estabas aquí —terminó Finn su frase—. ¡Oh cielos Niel, por favor no le cuentes a nadie!

—¡¿De qué hablas?! ¿Dónde la conseguiste? Es justo lo que necesitábamos. ¡Has salvado nuestra investigación, Finn! —decía el muchacho emocionado.

Lluvia de Fuego: La Era del Fuego IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora