Fantasmas Pt. I -Fátima-

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—Estaba durmiendo con mi novia cuando empecé a sentir olor a humo. Pensé que nos habíamos dejado encendida una hornalla, pero cuando me asomé al pasillo pude ver que el humo salía de ahí. Llamé a mi novia, agarramos a nuestro perro y salimos corriendo del lugar, íbamos golpeando puertas para despertar a los demás, pero no pudimos detenernos mucho. Logramos escondernos en la recepción cuando la última explosión causó el derrumbe y nos sacaron de ahí...

—Pasaba por la vereda y escuché al portero gritar: "¡Salgan, va a explotar!". Lo vi correr hacia afuera y me crucé de calle. Segundos después las primeras cuatro plantas estaban envueltas en llamas, es impresionante la velocidad a la que el fuego avanzaba. La gente gritaba pidiendo ayuda y se lanzaban desde los balcones...

—Un vecino golpeó mi puerta porque sabía que yo estaba sola. Cuando abrí no podía entender qué pasaba, escuchaba gritos desde los demás pisos, hacían eco en todos lados y lo único que entendía era "Auxilio". Había humo en todas partes y él me dijo: "¡El edificio se quema!". En pijama como estaba me ayudó a salir, pero la última explosión nos dejó atrapados en el cuarto piso. A mí me salvaron los bomberos, pero él no sobrevivió... No puedo dejar de pensar en sus pobres padres...

—Mis vecinos estaban festejando un cumpleaños esa noche, el cumpleaños diecisiete de su hija. Solo se salvó ella, todo el departamento se vino abajo, no pudimos salvar a sus padres ni a sus amigos, el departamento fue uno de los primeros en ser alcanzados por el fuego...


—¿Fátima?

Apagué el televisor y me volví hacia la psicóloga con esa expresión ausente que me acosaban desde el día en que los recuerdos regresaron a mí. Podía sentir las ojeras que acompañaban a mi cansada mirada y parecía que hilos invisibles tiraban de las comisuras de mis labios hacia abajo todo el tiempo.

—Tu tío ya está acá —me informó ella.

Me limité a afirmar con la cabeza una sola vez y me puse de pie para vestirme con una muda de ropa que habían enviado de caridad. No se pudo rescatar nada de mi departamento. Me senté al borde de la cama y peiné mi cabello con la mirada perdida en la ventana mientras esperaba a que mi tío llegara.

La puerta se abrió y él apareció. El hermano menor de mi padre, un policía de la ciudad de Córdoba, un hombre que no guardaba ni un poco de la elegancia que mi papá solía poseer, pero que, a pesar de eso, me hacía recordarlo con demasiada fuerza.

Él me miró con sus ojos oscuros, de pie en la puerta de mi habitación. Se quedó clavado ahí y se veía muy incómodo. Eso no me sorprendía, porque realmente no era un hombre con facilidad para las demostraciones afectuosas. No me molestaba, ya que tampoco era algo que se me diese bien a mí.

Hija de la Muerte -Ganadora de los Wattys 2018-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora