Basta de Juegos Pt. I -Fátima-

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Dos meses.

Dos meses de silencio y frustración.

Dos meses de llamadas no contestadas y encuentros no producidos.

Dos meses pasaron desde la última vez en que supe algo de Gianmarco.

¿Ya les dije la poca tolerancia que tengo al rechazo? Pues, a aquellas alturas me sentía enloquecer por la rabia de haber sido reemplazada por la nada misma. Quiero decir que, para Gianmarco, estar solo era mejor que simplemente atender una de mis malditas llamadas.

La furia que ese hecho me producía salió a relucir en cada aspecto de mi vida.

Traté mal a algunas clientas y Pato amenazó con echarme si no cambiaba mi actitud. En sus palabras, ya me encontraba en la cuerda floja.

—¡Y a ver si te maquillás un poco y te ponés presentable! ¡Que eso es una parte importante de este trabajo! —me recordó también mientras señalaba mi aspecto enclenque y enfermizo.

Las cosas no iban mejor en la Universidad: Me negué a reunirme con compañeros para realizar los trabajos prácticos de modo que llovió una catarata de bajas calificaciones sobre mí; pintaba con tal enojo que nunca lograba cuadros armónicos y a menudo terminaba discutiendo con algún profesor o compañero.

Hubo un día que realmente fue un asco. Luego de gritarme con una profesora, arrojar un cuadro lejos de mí, ser expulsada de la clase y pelearme con un compañero en el camino, Bahiana apareció con su sonrisa entre relajada y altiva, esa que esbozaba todo el tiempo. Me hizo señas para que la siguiera a lo lejos y, resignada, yo obedecí. Ella caminó un par de metros delante de mí, y no se detuvo hasta no estar en un rincón alejado de un parque, tras un edificio donde no se dictaban clases a aquellas horas. Entonces, se volvió y su expresión había cambiado. Nunca pensé que vería tanto enojo en el rostro de esa chica que, luego de todo aquel tiempo, se convirtió en mi única amiga.

Me aferró por los brazos y me zamarreó ligeramente por la impotencia.

—¡¿Qué mierda pasa con vos?! —me espetó.

Yo me alejé dándole un manotazo, ofendida. Contuve toda la rabia que esa acción me produjo: No quería terminar asesinándola por un pensamiento impulsivo del momento. Bahiana era la prueba viviente de que mi karma ya no estaba afectando a nadie y quería que eso siguiera siendo así, incluso cuando ya había perdido las esperanzas de volver a encontrarme con el maldito imbécil y egoísta de Gianmarco Romero. Lo odiaba. Lo detestaba por haber salido así de mi vida cuando ya me estaba animando a continuar. Estaba furiosa con él por no haberme esperado un poco más.

—¡¿Qué hacés?! —le grité.

Me arrepentí de inmediato por mis palabras y puedo jurar que ella estuvo a punto de darme una bofetada. Bahiana y Noah eran los únicos que se preocupaban genuinamente por mí. Ellos llevaban dos meses saliendo, lo mismo que yo llevaba esperando a Gianmarco, y terminaron convirtiéndose en algo así como la única familia que yo tenía.

Hija de la Muerte -Ganadora de los Wattys 2018-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora