Gen Errante

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Fátima había cerrado la puerta cinco minutos atrás. Bahiana se encontraba de pie en su sala de estar con el teléfono móvil en la mano y la mirada perdida en las vetas de la madera que conformaban el parqué. El contacto con el nombre "Gianmarco" ya estaba seleccionado, y no tenía más que presionar el ícono en forma de teléfono verde para poder llamarlo y terminar con una locura que estaba consumiéndolos a todos. Podía marcar y decirle: "No hago esto para hacerte daño, solo busco protegerte. A ti y a Fátima". Fátima podía no creerlo en aquel instante, podía llegar a odiarla, pero en verdad lo hacía por ambos. Era mucho lo que su abuela le había explicado la tarde en que mató a su canario y Bahiana sentía miedo desde entonces. Quería evitar las consecuencias a todas las personas que le fuese posible.

No estaba segura de nada y, sin embargo, presionó el ícono verde y escuchó cómo, al otro lado, la línea daba tono. Ya estaba hecho y se dijo una y otra vez que lo hacía por ellos. Lo hacía por todos. Dos asesinas se habían reunido por mero azar, eso no podía ser algo bueno, eso iba a llevarles consecuencias terribles.

Aún cabía la posibilidad de que Gianmarco no le respondiese, y eso solucionaría muchas cosas. Al menos le daría momentos de paz durante las siguientes horas. Pero Gianmarco respondió, respondió en un tono de voz alterado y preocupado con mucho ruido de fondo, donde parecía que estaban ocurriendo muchas cosas al mismo tiempo.

Estaban ocurriendo, de hecho.

Noah estaba llegando a la puerta de su departamento.

Fátima corría hacia su hogar para buscar información, con su cabeza trabajando a más velocidad de lo que ella podía procesar y eso solo significaba malas decisiones.

Y Olivia había sucumbido a la presión y al temor hacía unos pocos minutos.

—¡Bahiana! —saludó Gianmarco elevando mucho la voz para hacerse oír.

Bahiana podía escuchar muchas cosas por medio de aquella simple comunicación telefónica. Por empezar, Gianmarco estaba molesto. Eso trascendía su saludo y cualquier distancia que hubiese de por medio, el chico estaba realmente enojado y alterado, e intentaba mantener una seriedad que regresara la cordura a la escena, así fuese por guardar una apariencia o bloquear su cerebro de aquello que necesitaba comprender inmediatamente. También escuchaba llorar a una persona y podía adivinar, sin temor a equivocarse, que se trataba de Olivia. Quizás estaban en un restaurante o cualquier otro lugar público porque otras voces, bajas y constantes, se unían a aquella misteriosa orquesta cuyo instrumento predominante era una maquinaria trabajando de fondo y creando un estruendo que, probablemente, era el motivo por el cual Gianmarco necesitaba alzar tanto la voz. Todo eso se reducía a un hecho innegable: Si había un mal momento para llamarlo, era aquel.

—Hola, Gianmarco —saludó Bahiana. No la sorprendió escucharse tan distante y apática. Se había jurado nunca romper la confianza de alguien preciado y era exactamente lo que estaba haciendo. —¿Cuándo planeas regresar?

Hija de la Muerte -Ganadora de los Wattys 2018-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora