Confesiones -Pt.II-

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Fátima se encontró mirando al vacío mientras Gianmarco y Olivia abandonaban la habitación

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Fátima se encontró mirando al vacío mientras Gianmarco y Olivia abandonaban la habitación. Se aferró al apoyabrazos de uno de los sillones y se dejó caer en él, repentinamente mareada. Bahiana fue a su encuentro y la abrazó por la cintura con firmeza. Noah también se acercó para tomarla por el hombro. Fátima se dejó consolar y cerró los ojos, ya sin lágrimas que derramar. Siempre supo que, el día en que la verdad se revelara, ese era el escenario que con más seguridad podía esperar.

Y se lo merecía.

No había arrepentimiento que bastara, lo merecía.

Gianmarco corrió hasta el final del pasillo, donde Olivia aguardaba impacientemente por el ascensor

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Gianmarco corrió hasta el final del pasillo, donde Olivia aguardaba impacientemente por el ascensor. Pese a su mueca furiosa de mandíbulas presionadas y puños apretados, debía mirar hacia arriba para contener las lágrimas contra las que luchaba. Gianmarco logró llegar a ella y la tomó por la muñeca con suavidad, pero con prisa, y la alejó de la entrada al ascensor.

—Oli, por favor...

—No quiero escucharte ahora, Gianmarco —le advirtió ella.

—Pero yo necesito decirte...

—¡NO! —Olivia se volvió hacia él con toda su furia. Con su dolor también, y fue eso lo que lo paralizó. —¡Todo esto es tan culpa de Fátima como tuya! ¡Quise advertirte y no me escuchaste, le permitiste hacer el desastre que hizo! ¡No quiero escuchar nada de lo que tenés para decir ahora!

¿Y qué podía decirle al respecto? Si Olivia estaba en lo cierto. Pese a eso, Gianmarco necesitaba que lo escuchara, porque la quería y quiso a sus padres también, pero le pesaban las palabras de Fátima. Todo lo que tenía en claro era que las necesitaba a las dos y tenía que existir un modo de resolver aquello, tenía que existir un lugar donde todo se conciliara incluso cuando todavía no podían verlo.

—Oli, si yo...

—¡Ojalá nunca te hubiese conocido! —le espetó ella, y el deseo en sus palabras era tan real que Gianmarco sintió una dolorosa puntada en el pecho—. ¡Ojalá nunca me hubiese acercado a vos! ¡Te amé durante años, AÑOS! ¡Todo lo que hice por vos lo hice en nombre de ese amor, y vos no solo no me correspondiste, sino que además te fuiste con esa zorra que arruinó nuestras vidas! —Se secó las lágrimas con un ademán de impotencia, pero la furia la abandonó y solo quedó una angustia tan grande que Gianmarco ni siquiera podía molestarse con ella—. Eran padres para vos también, Gianmarco. Eso se suponía, se suponía que los amabas...

—Y así era —susurró él.

—¡¿CÓMO PODÉS PERDONARLA ENTONCES?! —Olivia le dio un empujón que lo hizo tambalearse, pero ni siquiera buscó defenderse porque merecía cualquier cosa que ella le devolviera—. ¡¿CÓMO PODÉS INTERCEDER EN SU NOMBRE?! ¡¿Cómo podés elegirla por encima de mí, Gianmarco?! —Se llevó una temblorosa mano al pecho, entre las lágrimas y el dolor que la deshacía desde adentro—. Yo lo di todo por vos, yo merecía que me amaras...

—Lo sé.

Era cierto. Lo sabía. Lo tenía muy en claro, y ojalá hubiese podido decidir a quién amar, pero no era así como funcionaba.

—¿Y qué vas a hacer? —inquirió Olivia.

El ascensor llegó y sus puertas se abrieron. Se quedó aguardando en silencio, esperando a que se subiera en él una persona, o quizás dos.

Gianmarco lo miró.

Luego miró sobre su hombro, al lugar donde Fátima aguardaba.

Finalmente, contempló a su mejor amiga a los ojos lamentando no poder ser más para ella.

—Tengo que quedarme, Oli —susurró como si no tuviese más opción. Así era, no tenía opciones, nunca las tuvo. Su camino había de cruzarse con Fátima, y no podría dejarla desde ese día. —Tengo que escucharla y entender...

—Te odio —lo interrumpió Olivia. Sus palabras estaban tan cargadas de esa emoción, que Gianmarco perdió el habla por completo. —¡Te odio! —Lo empujó una vez más—. ¡TE ODIO! —Lo golpeó en el pecho con los puños apretados y las lágrimas saltaron sin remedio—. ¡TE ODIO, GIANMARCO! ¡¿Por qué tuve que entrar en tu vida?! ¡¿Por qué mierda tuve que conocerte?!

Siguió golpeándolo con toda la rabia que sentía y Gianmarco ni siquiera era capaz de detenerla porque la culpabilidad era más grande que él. Una sola reacción llegó a su mente, y la siguió como que era todo lo que podía hacer. La tomó por las muñecas, la miró a los ojos y luego la abrazó. Quizás no podía amarla como Olivia deseaba, como realmente merecía, pero era una hermana para él y su odio, por muy merecido que fuese, le dolía.

—No merezco más de tu parte —susurró con sinceridad—. Pero creeme que, si pudiese hacer algo para remediarlo, invertiría cada aliento en ello.

Olivia no le creía y él lo sabía, pero no existía modo alguno en que pudiese probárselo. La chica se liberó de su abrazo para dirigirse al ascensor antes de que alguien más lo llamara y Gianmarco se quedó helado en el lugar, con la sensación de vacío haciendo eco en todo su ser. Tenía una última petición que hacerle a Olivia por muy egoísta que fuese, pero sabía que, así lo odiara a él, había una persona de su familia a la que siempre amaría.

—Al menos quedate en la casa de mi tía —le suplicó—. Malvina podría necesitarte... Oli...

Ella lo miró a los ojos y no había siquiera un dejo de perdón allí, porque quizás hablaba en serio cuando aseguró que deseaba nunca haberlo conocido.

—Voy a ir —prometió—. Por Malvina.

La puerta del ascensor se cerró y se llevó a Olivia con ella, alejándola de Gianmarco de forma definitiva.

El muchacho se quedó helado en su lugar, contemplando los números que se reflejaban en el contador del ascensor, hasta que llegó al piso indicado como "PB". Contó los segundos pensando cuánto le llevaría a Olivia llegar a la calle y preguntándose una y otra vez si no debería seguirla. Quizás debería haberse marchado con ella, porque la quería y la necesitaba a su lado, pero...

Pero se volvió y regresó al departamento. Abrió la puerta, dubitativo. Fátima, Bahiana y Noah se volvieron hacia él y, por sus expresiones, habían escuchado la acalorada pelea. Su novia le pedía perdón con una mirada cargada de remordimiento, pero el tiempo apremiaba y debían actuar rápido. Sin importar cuánto doliese. Sin importar cuánto quedase por resolver tras ellos. Sin importar cuándo podrían regresar con sus seres queridos.

Gianmarco tomó aire y se armó de valor para pronunciar esas palabras que nadie se atrevía a decir en medio de una situación como aquella:

—Muy bien. ¿Agora que

En este capítulo quiero agradecer a la maravillosa rodhochrosite

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En este capítulo quiero agradecer a la maravillosa rodhochrosite

¡Soy tu fan y me encanta que hayas leído Asesina, así como me alegraron cada uno de tus comentarios! Estoy ansiosa por leerte una vez más, y feliz por compartir este final que tanto esperé.

Dos capítulos para el final, la ansiedad me carcome. 

Hija de la Muerte -Ganadora de los Wattys 2018-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora