Olivia Pt. II

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Gianmarco se quedó paralizado en la puerta sin lograr digerir lo que sus ojos veían. Cerró tras él lentamente y se acercó a Olivia como si intentara cerciorarse de que no se trataba de una alucinación. Su pequeña amiga seguía sonriéndole, dando pequeños saltitos entusiastas en el lugar y segura de que le había dado la más asombrosa sorpresa de su vida. Finalmente, el muchacho logró sonreír con un dejo de extrañeza.

—¡Oli! —farfulló—. Realmente es una sorpresa...

Sin esperar a que él tomase una decisión, Olivia cortó la distancia y lo abrazó con fuerza, hablando velozmente sobre lo mucho que lo había extrañado y lo cambiado que lo encontraba. Gianmarco no terminaba de salir de su sorpresa, y no lo comprendía: Debería sentirse absolutamente feliz de que su mejor amiga hubiese viajado a Córdoba sólo para verlo sabiendo que se sentía mal, pero esa felicidad no se apoderaba de él. Sólo se sentía perplejo y aturdido.

—¿A dónde ibas? —inquirió Olivia finalmente. No parecía percatarse de la incomodidad de su amigo, seguía sonriendo con entusiasmo.

—A... a una entreva... entrevista de trabajo —respondió él. Intentaba despejarse para no resultar descortés con ella, pero simplemente no terminaba de digerir qué estaba haciendo allí.

—¡Te acompaño! —le sugirió Olivia.

Gianmarco afirmó con la cabeza, no muy seguro, y comenzó a caminar, seguro de que Olivia lo seguiría. Ella casi corría a su lado entre saltitos alegres y un brillo entusiasta en sus ojos oscuros. Él la miraba de reojo por momentos intentando asumirlo de una vez: Esa muchachita sumamente pequeña de rasgos orientales, largo cabello negro y flequillo recto era, en definitiva, su mejor amiga. La que lo acompañó todo el tiempo en Neuquén, la que lo salvó de sí mismo, o al menos intentó. Lo mínimo que le debía era un agradecimiento sincero por preocuparse e ir hasta allí a comprobar cómo se encontraba.

Hablaría con ella cuando saliera de la entrevista.

Sin quejarse ni rechistar, Olivia aceptó esperarlo en una cafetería mientras el muchacho entraba al restaurante donde le harían la entrevista. Cuando, media hora después, Gianmarco salió, la encontró allí con esa misma sonrisa alegre. No había perdido ni un ápice de entusiasmo mientras lo esperaba. Ella palmeó el asiento a su lado y Gianmarco se esforzó por entregarle una sonrisa antes de unírsele. Pidió al mesero una cerveza para él y un jugo de frutas a Olivia, pues sabía que su amiga no bebía una gota de alcohol. Brindó con ella, no muy seguro de cuál era el motivo por el cual chocarían sus vasos, y luego se inclinó sobre la mesa para poder conversar.

—¡Qué sorpresa! —le dijo finalmente. Parecía que no podía decir más que aquello.

Las mejillas de Olivia escalaron un par de tonos. Se encogió de hombros y bebió de su jugo como si intentara ganar un poco de tiempo.

Hija de la Muerte -Ganadora de los Wattys 2018-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora