CAPÍTULO 1 - HALLAZGO

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Las moscas tachonaban las heridas, formando sonrisas como barboquejos. Recorrían, amontonadas unas sobre otras, las aberturas en el pellejo, suturándolas a base de infecciones y poniendo huevos.

Jesús Carrasco

Sábado 15 de febrero, 1952

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Sábado 15 de febrero, 1952. Ciudad de México.

Tenía un orificio en la mejilla.


Con la espalda recta y las manos reposadas sobre el plexo solar, la mujer parecía una princesa en un cuento de hadas; dormida, hermosa. Sus cabellos suaves y ensortijados adornaban las facciones vacías, los labios muertos y enjutos, las mejillas de alabastro blanco. Esas mejillas frías que no volverían a recibir jamás el beso de su angustiada madre y que el polvo había hecho endurecer.

La chica yacía tumbada sobre la hierba seca. Parecía sumida en un sueño profundo y apacible cuando los policías llegaron hasta ella. Por fin, después de tantos días, tenían ante sí a la desaparecida de Miraflores.

El agente Gonzáles se encontraba extasiado con la noticia. No podía soportar la presión de la familia por mucho más tiempo. Los Alcázar eran personas influyentes, como muchas amistades dentro del ministerio y de la procuraduría, por lo que no se podía permitir el lujo de tardarse un solo día más en el encuentro de la chica. En este caso en particular sí tenía que hacer su trabajo y la búsqueda comenzaba a parecerle insoportable.

Un grupo de jóvenes estudiantes fueron los partícipes del hallazgo, sin embargo, ya con anterioridad se había recibido una llamada anónima que alertaba del cadáver cerca de las inmediaciones. Mientras la policía interrogaba a los chicos, ellos no podían dejar de repetir una y mil veces que la mujer en realidad parecía estar dormida.

-Señor Gonzáles -habló el perito de fotografía forense. A él se aproximó el agente Gonzáles. Un hombre regordete y de temperamento bonachón al tiempo que subía sus pantalones de pinza.

-¿Qué pasa?

-De momento no parece haber signos de violencia o lucha.

-Veremos qué nos dice la autopsia. Apuesto mi quincena a que encontraremos abuso sexual.

El policía Franco se acercó a ellos y recargó el codo en el hombro del agente ministerial.

-Entonces, ¿qué dices, Hernesto? ¿Sí es la desaparecida de Miraflores?

-Todo parece indicar que así es -respondió Hernesto Gonzáles.

-¿Cuánto tiempo tiene su familia buscándola?

-Casi medio mes. Me sorprende que fuera descubierta tan cerca de la ciudad y especialmente de su casa, pero bueno. Qué podía esperar de los sabuesos, ¿verdad?

Franco tragó saliva. Desde luego que había comprendido la indirecta.

-¿Por qué la habrán cubierto con una frazada? -cuestionó para cambiar el tono de la conversación.

Calliphora [Serie Fauna Cadavérica 1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora