CAPÍTULO 5 - POBRE DIABLO ENAMORADO (1era parte)

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Después de casi cuatro horas de trabajo, Espíndola dejó a un lado la última carta y, satisfecho, se alejó unos centímetros para observar su obra con detenimiento

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Después de casi cuatro horas de trabajo, Espíndola dejó a un lado la última carta y, satisfecho, se alejó unos centímetros para observar su obra con detenimiento. Ante él tenía el posible orden en que Guadalupe había recibido las misivas.

De izquierda a derecha, el detective fue colocando poco a poco el avance de la relación. La manera respetuosa y distante con la que Arturo comenzó dirigiéndose a ella podía leerse a partir de la izquierda y hasta unos centímetros antes de llegar al centro. Esas primeras cartas hablaban de sus breves encuentros en la cocina de la casa familiar, por los corredores del patio y la sala de estar.

Al parecer todo había iniciado cierta mañana en la que, debido a un pequeño dolor de estómago, la chica no había podido asistir a misa junto a su madre y hermano. En esa ocasión, y como si una mano invisible estuviera moviendo los destinos de esos dos muchachos, Arturo llegó mucho más temprano de lo acostumbrado. De acuerdo a lo relatado por él mismo en una de las cartas, esa mañana había olvidado el encargo de los Rosales, la familia a la que solía entregar antes que a ellos. Debido a este desliz por su parte no le quedó más remedio que saltarse aquella casa e ir directo a donde los Alcázar. Planeaba esperar afuera todo el tiempo que la familia tardase en llegar, ya que el cansancio y la flojera le habían impedido volver a casa para regresar más tarde. Y lo cierto es que había sido una grata sorpresa saber que Guadalupe se encontraba ahí.

Espíndola descifró en aquellas cartas un amor dulce, puro y sincero, de aquellos que jamás se olvidan y que solo se viven en la flor de la juventud, cuando la inocencia permite que los sentimientos se expongan sin medida ni reservas

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Espíndola descifró en aquellas cartas un amor dulce, puro y sincero, de aquellos que jamás se olvidan y que solo se viven en la flor de la juventud, cuando la inocencia permite que los sentimientos se expongan sin medida ni reservas.

Desde luego, Lupita dejó de asistir a la iglesia con tanta constancia, cualquier pretexto era bueno para faltar. Pero cuando su madre comenzó a reprocharle sus ausencias en el templo sagrado, la chica tuvo que encontrar nuevas y más originales formas de encontrarse con él.

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Calliphora [Serie Fauna Cadavérica 1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora