CAPÍTULO 7 - SORPRESAS

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Dejó al forense con más preguntas que respuestas en la mente, aunque al menos ahora sabía la fecha aproximada de la muerte y también había confirmado sus sospechas sobre el formol

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Dejó al forense con más preguntas que respuestas en la mente, aunque al menos ahora sabía la fecha aproximada de la muerte y también había confirmado sus sospechas sobre el formol. Ahora lo siguiente sería escudriñar más a fondo en la relación entre Lupita y Arturo. ¿En verdad era tan buena como la señora Patricia había aseverado? ¿O es que había algo oscuro entre ellos?

Espíndola no podía hacer caso omiso al formol y a la pila de basura que había hallado junto al cadáver. Esto evidenciaba, con poca o nada de probabilidad de equivocación, que alguien había estado cuidando del cuerpo de Guadalupe. Posiblemente Arturo.

Por supuesto, el detective estaba completamente seguro de que el muchacho asistía cada día para asegurarse de que aún no la hubiesen encontrado, y tal vez solo esperaba el momento para que eso sucediera. Mientras tanto intentó conservarla el mayor tiempo posible, evitar que los insectos se atrevieran a devorarla. Si bien los constantes baños de formol no podrían evitar el deterioro interno, sí producían una especie de película protectora en torno al cuerpo de la joven. Eso sin mencionar la pila de basura que, seguramente el viento depositaba desmedidamente sobre la joven, así como la manta con la que había sido cubierta. Todos eran indicios de un asesino arrepentido, nervioso y claramente obsesionado por la seguridad y el bienestar del cadáver de Guadalupe.

Ese solo podría haber sido Arturo.

Al llegar a su oficina se dejó caer en el asiento con aire cansado. Había pasado toda la mañana entre tranvías y taxis, y se sentía abrumado por el ajetreo de la ciudad de ese miércoles 20 de febrero.

Permitió que su cuerpo reposara en el respaldo y se dejó mecer por la relativa calma de la oficina.

Cuando por fin sintió todos sus músculos relajados, abrió su portafolio y sacó el mazo de cartas, así como los boletos de viaje que había encontrado en la habitación de Arturo López. Dejó estos últimos a un lado, y se concentró en las cartas de Guadalupe.

Al leer una de ellas al azar, el detective abrió los ojos de asombro al percatarse de que no todas estaban escritas por la joven Alcázar, al contrario, el chico tenía una colección muy variopinta de damiselas enamoradas de su sola imagen. Sin embargo, al leer más a fondo se dio cuenta de que las mismas no habían sido escritas en la misma línea de tiempo, y Espíndola sacó la conclusión de que, posiblemente, eran las cartas de antiguos amores del chico, así como del actual quien era, justamente, la joven que acababa de ver recostada en la mesa de la morgue.

Decidió separar aquellas cartas que nada tenían que ver con el caso y se quedó únicamente con aquellas firmadas por Guadalupe. La chica tenía una caligrafía impecable y bella, bastante cuidada, así como una prosa poética y un amplio vocabulario. 

 

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Calliphora [Serie Fauna Cadavérica 1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora