CAPÍTULO 16 - JUICIO (2da parte)

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—¿Felipe? ¿Estás segura de lo que dices?

—Nunca he estado más segura de nada en mi vida —Guadalupe alisó las telas que reposaban sobre la mesita de trabajo. Junto a ella, Renata la miraba estupefacta con los dedos crispados sobre la taza de café.

—Creí que era un simple flirteo.

—Pero no es así —suspiró ella—. Creo que lo amo.

—Pero, Lupita. No es algo natural.

—¿Quién lo dice? Tú sabes bien que él y yo no somos nada —espetó la joven al tiempo que fingía buscar las tijeras por los alrededores. La conversación la ponía nerviosa.

—Pero es como si lo fueran. Prácticamente creciste a su lado.

—Antes me dijiste que no tenía nada de malo.

—Sí, pero eso era cuando coqueteabas con él, o cuando pedías favores a los que no se podía negar, solo como un juego de hermanos y nada más. Pero querer decirles a todos sobre lo suyo es...

—Hicimos el amor.

Renata se quedó estupefacta.

—No.

—Así es. Hace un par de días.

—¿Él te lo propuso? —preguntó la chica, asombrada.

—¡Por supuesto que no! En realidad fue idea mía. Me metí en su alcoba en la madrugada.

—¡Lu-pi-ta! —rio Renata. Sus cabellos recogidos hacia un lado se despeinaron con el movimiento exagerado que hizo con la cabeza. Guadalupe se sonrojó—. ¡Dime cómo es hacerlo!

—¡Cállate! —le apretó la boca con las manos—. ¿No ves que mi mamá está en el jardín? Te puede oír.

—Bueno, si quieres mantenerme callada cuéntamelo todo con lujo de detalle.

Guadalupe posó su cabeza en la palma de su mano y dirigió su mirada al ventanal por el que se podía apreciar una vista magnífica del amplio jardín repleto de rosales y lirios. Dio un largo suspiro y sonrió.

—¿Qué te puedo decir? ¡Fue maravilloso! Él se portó de una manera tan dulce y caballerosa. Creo que se sentía mucho más nervioso que yo, pensaba que podía hacerme daño —su gesto se tornó serio—. Yo lo amo, Renata. Y he tomado mi decisión.


Felipe se puso de pie y se aproximó al pequeño recuadro que tenía por ventana

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Felipe se puso de pie y se aproximó al pequeño recuadro que tenía por ventana. No podría alcanzar a ver el exterior salvo por el cielo estrellado que se extendía sobre una pequeña mancha de neblina, pero no le importaba. Le bastaba con poder apreciar, aunque solo fuera un pequeño cúmulo de la belleza del exterior. Esa que todos tenemos a disposición y raras veces valoramos.

Calliphora [Serie Fauna Cadavérica 1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora