CAPÍTULO 11 - CULPABLE

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—Déjeme ver si entiendo bien —dijo con desconcierto el Agente Gonzáles—

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—Déjeme ver si entiendo bien —dijo con desconcierto el Agente Gonzáles—. ¿Quiere solicitar una orden de cateo en la vivienda de los Alcázar y, no conforme con ello, desea que le expida además una orden de arresto en contra del único hijo de doña Margarita de Alcázar?

—Así es, agente. Tengo sospechas muy poderosas que me hacen pensar que Felipe Alcázar tiene algo que ver con la desaparición y asesinatos de Guadalupe Alcázar y Arturo López.

—¿Está usted consciente de las consecuencias que eso conllevaría para usted? —Espíndola no contestó—. Esta familia es muy adinerada, tienen gente muy influyente de su lado y si los policías no encuentran nada en el domicilio tendrá problemas muy graves.

—Señor, no me interesa cualquier consecuencia que pueda haber contra mí. Necesito esa orden para completar mi marco de evidencias, estoy rotundamente seguro de mis sospechas.

El agente se llevó el cigarro a los labios y soltó el humo con paciencia y lentitud. Espíndola lo había interrumpido esa mañana a mitad de su desayuno, pero al menos se fumaría un buen cigarrillo.

—De acuerdo, detective. Haré que redacten esa orden hoy mismo y, como debe saber, necesitaré una declaración jurada por usted en la que demuestre que existe una causa probable para que el sospechoso haya cometido el crimen. —Esperó a ver la afirmación del detective—. Imagino que querrá estar presente durante el cateo.

—Sería más que perfecto.

—Espero que tenga razón. De lo contrario, hasta yo tendré dificultades —le replicó.

—No se preocupe, por favor, confíe en mí. Ese chico es el culpable.

Doña Margarita lanzó golpes e insultos a los policías, quienes indiferentes a la salvaje reacción de la mujer, se adentraron en el domicilio con los papeles en mano

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Doña Margarita lanzó golpes e insultos a los policías, quienes indiferentes a la salvaje reacción de la mujer, se adentraron en el domicilio con los papeles en mano.

—¡¿Quiénes se creen, malditos?! —exclamó ella—. ¿Quién los manda? ¡Díganmelo ya mismo y verán cómo pierde su trabajo esta misma tarde!

—Por favor, señora, tranquilícese —suplicó Espíndola, quien había sido el último en acceder a la morada.

—¿Usted? —la mirada de Margarita estaba inyectada de rabia y furia. Y de no ser por la presencia de los oficiales, el detective estaba seguro de que se habría lanzado en su contra—. ¿Usted solicitó esto?

Calliphora [Serie Fauna Cadavérica 1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora