CAPÍTULO 10 - VERSIONES Y RECUERDOS

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—¿Sabe lo que dice la biblia sobre el suicido, detective?

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—¿Sabe lo que dice la biblia sobre el suicido, detective?

—Me temo que no. ¿Qué es lo que dice?

—"Por tanto os digo: Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; mas la blasfemia contra el Espíritu no les será perdonada". Mi hija ha sido educada bajo los más sagrados preceptos de la iglesia, ¿cree usted en verdad que sería capaz de cometer un asesinato y luego suicidarse? Jamás.

La mujer, por entero ataviada de negro, se mantenía firme ante él con las manos sobre su regazo y una mirada mezcla aflicción y enojo.

—Lo entiendo, señora. Y para ser sinceros le confesaré que yo tampoco creo que su hija haya cometido tales barbaries.

—¿Y entonces? ¿Por qué me han dicho que esa sería la resolución del caso?

—Quisiera saber quién le dio tal información.

La mujer titubeó unos momentos.

—Lo lamento, detective, pero no puedo revelárselo. Iría en contra de la promesa que le hice a esa persona y yo no podría defraudar su confianza. Por favor, comprenda.

Espíndola asintió de modo condescendiente.

—Le aseguro que esa no será la resolución final del caso. De hecho, le doy mi palabra.

—Detective —murmuró ella en tono de complicidad. Espíndola aguzó el oído y la miró a los ojos, haciéndole saber que tenía toda su atención—. ¿De qué manera falleció ese muchacho, Arturo?

—Disculpe señora, no me es posible revelarlo. Primero, porque no sería ético de mi parte, y segundo, porque a decir verdad aún no cuento con esa información. —La mujer se recargó en el sofá, desilusionada—. No obstante, le aseguro que el asesino de Guadalupe terminará tras las rejas. Este caso se esclarecerá. Le doy mi palabra.

—¡Bendito sea, detective! No sabe cuánto le ruego a Dios que le permita ver más allá de lo aparente y le obsequie la verdad. Solo así mi hija, y yo misma, podremos descansar tranquilas. Incluso mi Felipe, que no ha podido vivir desde su desaparición.

—¿Ha logrado volver a la universidad? —indagó el detective con naturalidad.

—Hoy mismo regresó a clases, pero no iba nada entusiasmado con la idea. Le dije que sería lo mejor, que se distraería. Él asiste a la UNAM, ¿sabe? Se trata de un plantel muy grande y hermoso, con grandes jardines y amplias instalaciones, estoy segura de que le ayudará a despejarse un poco. —El detective asintió. Al parecer todos sabían que él era nuevo en la ciudad—. Al menos él tiene la posibilidad de salir de este lugar en el que cada pared grita su nombre. Al menos puede tratar de olvidarse de esta pesadilla, porque yo vivo en ella desde que me falta mi Lupita.

Se echó a llorar después de aquello. Espíndola no sabía de qué manera reaccionar. Siempre había sido débil ante el llanto de una mujer, y aquella ocasión no era la excepción. No obstante, se contuvo de consolarla y, con amabilidad, solicitó permiso para entrar al baño.

Calliphora [Serie Fauna Cadavérica 1 ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora