27: Pocas verdades y muchos retos

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María no sé dónde coño se había metido, y el punto final que le dio Soto a nuestra conversación no fue un derroche de dramatismo simulado. En realidad sí me dejó sola, zanjando la conversación por completo.

Es desagradable hallarte sola en un lugar en el que no conoces a nadie, sobre todo con la presión de que debes disfrutar y socializar. Sin embargo, no condeno a mis acompañantes de esa velada. María supondría que yo estaba con Soto, y este esperaría que María se reuniera conmigo al instante en que él se fuera.

Pero estaba tan aburrida que me dieron ganas de abrir Wattbook y ponerme a leer.

Es increíble que me divirtiera más jugando ajedrez contra Axer que en la fiesta del año.

Me dolía sobre todo que estaba sonando La noche de anoche, de Bad Bunny, y que no tenía con quién bailarla ni cantarla a todo pulmón.

Me senté en la barra del club, consciente de que me había gastado lo que me quedaba del dinero de las fotos en el estrambótico atuendo de esa noche y de que no podría pagarme ni un agua con limón, y me limité a estar ahí, visible para cuando mis amigos se acordaran de mi existencia.

—¿Estás tomando algo? —curioseó una voz femenina a mi derecha.

Su entonación revelaba esa típica facilidad para socializar que solo se le da a los que nacieron sin nada por qué acomplejarse. Y a Soto, claro.

Detallé de un vistazo a la chica que me hablaba. Ostentaba el tipo de belleza que, por mucha envidia que pueda generarte, no puedes combatirla con argumentos que vayan más allá de una mentira. No había nada que criticarle, no con ese cabello rubio liso y corto por arriba de los hombros, o con su sonrisa de dientes impecables. Sus ojos eran de un tono claro y ambiguo, y gracias a ellos solo utilizaba rímel en las pestañas de arriba tanto las inferiores, y un delineado delgado y largo, para potenciar todo el impacto que era ella en sí misma.

¿Me habría hablado si me hubiese visto unas semanas antes?

Independientemente de aquella respuesta, decidí que la chica me caía bien. Tenía un collar de las reliquias de la muerte, ¿qué más se le puede pedir a un ser humano?

Recordé que me había preguntado qué estaba tomando, así que de inmediato contesté:

—Por ahora, consejos. Espero a que mi amiga vuelva con el ron.

—¿Ron, eh? No habría imaginado a primera vista que consigues placer en el maltrato propio.

Me reí con ganas por su ocurrencia absurda.

—Ah, no, si por mí fuera
bebería Vodka toda la noche. El que decide es el bolsillo.

—No deberías aceptar nada que no "prefieras". —Me sonrió, y por su cambio de tono y posición supuse que venía un cambio de tema—. ¿Eres Potterhead?

Nerd: obsesión enfermiza [Libro 1 y 2, COMPLETOS] [Ya en físico]Where stories live. Discover now