48: Novios

41.9K 5.9K 4.3K
                                    

Sinaí

—¿Quieres que te muestre algo? —preguntó mi novio, dándome un nuevo y tierno beso en los labios mientras yo le sonreía tirada en su cama.

Se me hacía demasiado extraño llamarlo así, seguía sin acostumbrarme. Mi amigo. Soto. El mismo que me bautizó como Monte. El chico al que le dije «buen provecho» el primer día de clases al verlo fumarse un cigarro delante de mí. El mismo al que escuché bromear sobre chuparle el pene a mi crush. El mismo al que una vez pedí el favor de que me fotografiara casi desnuda.

Y a pesar de todo, de lo extraño y repentino que pudiera parecer, él me encantaba. Me encantaba ser su novia, amaba el trato especial que me daba, la manera en que nuestras manos conectaban al agarrarse, la suavidad de sus labios al posarse sobre mi mejilla, la intensidad de sus ojos cuando miraban a través de mí, adorándome.

Él me encantaba tanto, que me hacía sentir miserable. Miserable, porque sabía todo el daño que yo era capaz de hacerle en un mínimo desliz.

Miserable, porque sabía que, cualquier tercero me llamaría perra, puta y maldita por no ser capaz de obligarme a sentir lo mismo, aunque lo intentara con todas mis fuerzas.

Y era esa misma presión por no hacerle daño lo que me tenía ahí junto a él, dañándonos a ambos.

—Tú enséñame lo que quieras —contesté de manera insinuante.

Podía hacer eso. Podía ser su amiga, besarlo, dejar que me tocara, hacerlo reír y corresponder sus chistes. Tenía práctica, no era nada, no era una mentira.

Pero no iba a durar.

Él sacó algo de debajo de su cama. Era una especie de libro con portada de cuero. Me senté para sostenerlo mientras lo tendía hacia mí. Al abrirlo y hojearlo, noté que las páginas estaban en su mayoría tachadas por la tinta de un marcador negro.

—¿Una biblia? —inquirí sin comprender.

—Me la sé entera. Siempre tacho los párrafos que me parecen misóginos, contradictorios, injustos, crueles o controversiales.

—¿Y por qué me enseñas esto? —pregunté, tan interesada como fascinada de aquella faceta que él acababa de descubrir ante mí.

—Porque eres mi novia, y quiero empezar a desnudarte mi alma antes de que empieces a desnudarme otras cosas.

Apreté los labios conteniendo la risa.

—Vaya, como estás empezando un poquitico tarde.

Pasé mi mano por la parte trasera de su cuello y lo atraje hacia mí para besarlo. Lento, con todo el cariño y la admiración que sentía por él.

—Me encantan tus tatuajes —confesé contra sus labios. Él tenía puesta una camiseta negra, me daba acceso para jugar con los relieves del escorpión que tenía tatuado en su antebrazo izquierdo.

Era un verdadero alivio que ya pudiera decirle ese tipo de cosas, que no tuviera que callarme todo lo que me hipnotizaba de su físico. Como su cabello siempre despeinado, tan similar a las alas de un cuervo.

Él me correspondió con otro cumplido, uno extraños que no esperaba, pero bonito.

—Yo amo cómo te quedan los frenillos.

—¿En serio? Pensé que los odiabas.

—¿Porque casi me dejas sin boca con ellos? Tal vez.

Se encogió de hombros y por la sonrisita que se formó en sus labios ya pude adivinar qué tipo de comentario seguía a eso.

Nerd: obsesión enfermiza [Libro 1 y 2, COMPLETOS] [Ya en físico]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant