41: Juego en tablas [+18]

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Después del juego, Axer me demostró una indiferencia absoluta, enseñándome que el hielo quema más que cualquier llama con la que yo hubiese intentado quemarlo

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Después del juego, Axer me demostró una indiferencia absoluta, enseñándome que el hielo quema más que cualquier llama con la que yo hubiese intentado quemarlo.

No hubo reacción de su parte a mi beso con Soto, de hecho, el juego no terminó ahí, y él siguió jugando con un ánimo mejor para con los demás.

Y no, no me ignoraba. Hacía algo peor: era amable y educado conmigo.

Como si nada hubiese pasado.

Como si lo que sucedió, en realidad fuese nada para él.

Habría preferido una reacción de su parte, sea cual fuese. Que me odiara. Que sus ojos destilaran veneno. Que hiciese una escena. Que me agarrara por el cabello y me besara él.

Entonces descubrí que realmente lo había cagado todo, acababa de probarme a mí misma una verdad que había querido posponer: yo le daba igual.

Pasé el resto de la noche bailando con Soto y María en la parte baja del club, cantando a todo pulmón los éxitos del momento, bebiendo el ron más barato que había.

Hubo un rato durante el que María y yo nos quedamos solas, fue el instante que ella aprovechó para susurrarme:

—Te veo, te analizo y procedo a arrodillarme ante ti.

—No me siento digna de arrodillaciones justo ahora.

—¿Por qué? —Mi amiga jugó con sus cejas de manera insinuante mientras me daba un codazo—. ¿No te gustó el beso?

—No debí haber besado a Soto así, hice que mis oportunidades con Axer se fueran al carajo. Ahora dará la impresión de que ando con otro.

—¿Y te pica el culo o qué? ¿Por qué lo hiciste?

—Es que... No podía seguir en desventaja. Él sabe que siento atracción por él, eso lo hará confiarse. Aunque realmente siento algún interés en mí, lo iría demostrando en cuotas, controlándome con el deseo que siento por él. —Negué con la cabeza y con las manos—. Me rehúso. Creí que sí... creí que si me veía con otro, descubriría que la atracción es algo natural, que puedo ocurrirle a cualquier hacia cualquiera, que no puede controlarme por ahí y que si no reacciona ya, pierde la oportunidad y le deja el camino libre a otro.

—Me suena como una maravillosa jugada. ¿Y cuál es el problema ahora?

Suspiré resignada.

—Su indiferencia. Yo hice una declaración con fuego, él está haciendo la suya con su frialdad de ahora.

Cuando Soto regresó, siguió tomándolo todo como solo él podía tomárselo: con humor. El resto de la noche me trató como si nuestra amistad nunca hubiese sido más sólida, haciéndome reír hasta las carcajadas, evitando las insinuaciones y las miradas indebidas por respeto a María, para no hacerla sentir que estaba sobrando.

Nerd: obsesión enfermiza [Libro 1 y 2, COMPLETOS] [Ya en físico]Where stories live. Discover now