43: Axer y Soto

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Capítulo dedicado a LinMaddiee por esta ilustración de Axer Papasito Porno Frey, er marido mío

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Capítulo dedicado a LinMaddiee por esta ilustración de Axer Papasito Porno Frey, er marido mío

Axer

—Soto, ¿no? —preguntó Axer sentándose frente a él.

El muchacho reaccionó casi cayéndose por la abrupta interrupción a su sueño. Al reponerse, analizar las palabras recién dichas y asumir la presencia de Axer, contestó:

—Sí, para los panas.

—¿En ese caso cómo debo llamarte yo? —cuestionó Axer con su mejor derroche de amabilidad, sentándose en un sillón frente al Hardin somnoliento.

—Me puedes llamar Soto —continuó el muchacho—. Tú y yo ya somos panas, solo que todavía no nos han avisado.

—Te diré Jesús, en ese caso. Si lo piensas... Tú Jesús, tu amiga María, solo les falta el José para completar la trinidad santísima.

—Vaya... —silbó Soto—, si hasta resulta que tienes sentido del humor.

—Lo tengo, claro que sí —concedió Axer con una sonrisa de suficiencia y un encogimiento de hombros—. No es de mis mejores atributos solo porque el resto lo opaca.

—Si no tienes el pene tan grande como tu ego, vas a dejar a muchas chicas decepcionadas.

—Yo nunca decepciono —respondió Axer con un guiño de ojos.

Soto cruzó las piernas y se reclinó en el asiento, mirando fijo al ruso con un gesto inquisitivo y una ligera elevación en una de las comisuras de sus labios. Dudaba de su oponente, pero le intrigaba el movimiento que pudiera estar a punto de hacer.

Pero, en lugar de preguntarle por sus intensiones, prefirió exponer las suyas.

—Te gustó el cigarro, ¿no?

Axer enarcó una ceja.

—¿Te di esa impresión?

—Te dije que si no te gustaba me lo devolvieras, y no lo hiciste.

Una curva ladina se dibujó en las labios de Axer, la malicia brotando de su rostro. Si él quería que le devolviera el cigarro, le devolvería diez.

—Marco —llamó Axer a uno de los empleados del club.

—¿Sí, señor Frey? —acudió este.

—Dale una caja de cigarro a mi pana aquí presente. Ponla a mi cuenta.

—Como ordene, señor.

Cuando el hombre se fue, Axer volvió la vista a Soto, quien tenía una ceja arqueada a profundidad y sus profundos ojos negros taladrándolo.

—¿Es suficiente devolución para ti? —insistió Axer.

—No hacía falta. Este mes como que ya no necesito ni un cigarro más. Me basta con la inyección de humo que tuve de los labios de mi buena amiga.

Nerd: obsesión enfermiza [Libro 1 y 2, COMPLETOS] [Ya en físico]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora