Epílogo 2:

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TANNER 


Se supone que debería estar feliz por mi hermano.

Se supone que debería darle la bienvenida a mi familia a mi nueva cuñada, pero lo único que puedo hacer es resistir la manera en la que mi sangre se convierte en ácido corriendo por mis venas mientras los veo partir del sitio en el que prepararon su fiesta de casi un millón de dólares sin formar parte de la celebración. Fue un desperdicio de dinero, pero el desperdicio no se debe a que se hayan ido, sino a que nada en este nefasto sitio grita que esté hecho para cumplir las expectativas de Savannah, pero sí la de los medios.

Si hubiera sido yo, estuviéramos casándonos en la orilla de la playa en Corpus Christi en una ceremonia privada.

Como fue mi boda con la perra cristiana.

Como la hice prepararla porque me gustaba fingir que sería ella con quién me casaría.

Los invitados ríen, cantan y bailan a mi alrededor. Los odio a cada uno de ellos por formar parte de esta farsa, por no darse cuenta de que a la novia solo le interesan unos cuantos y prefirió irse antes de perder su tiempo aceptando sus felicitaciones, pero estoy demasiado entumecido y ebrio como para conducir hacia el hotel en el que estoy quedándome. Debí haber traído un chófer conmigo, pero no quería que nadie fuera testigo de mi miseria en el caso de que mi plan nunca se llevara a cabo. Tenía todo listo para perdonarla, para dejar de lado mi orgullo y huir con ella a un sitio en el que nadie pudiera señalarnos, en el que pudiera reconquistarla y obtener de regreso la parte de mí que perdí cuando se fue, pero ella ni siquiera giró su rostro hacia mí para buscarme entre los invitados cuando el sacerdote lo preguntó.

Cuando preguntó si alguien se oponía a la boda. Si ella quería que se opusieran.

Esa era mi señal.

Mi señal para humillarme a mí mismo y empezar a arrastrarme por una mujer.

Mi señal para renunciar a la escasa relación que tengo con Malcolm, la cual es la única relativamente sana y decente dentro de mi mi familia o al menos lo era hasta que Sav decidió que de entre todos los hombres a su alcance, él era el indicado para superarme, pero no voy a fingir que no sé por qué lo hizo. Le he perdonado muchas cosas y meterse con él sería la única que no, pero cuando la amenacé subestimé el poder que mi chica tenía, tiene, sobre mí.

Pero la señal nunca llegó.

Ella nunca me buscó con sus inolvidables ojos grises entre los invitados.

Tampoco en el transcurso de este año y medio dio señales de solo estarse vengando.

Lo ama y la certeza de ello duele como una hija de perra.

Porque solía verme a mí como lo veía a él.

Solía suspirar contra mí como ahora suspira contra él.

─Disculpe, ¿está bien? ─pregunta una voz que reconozco bien, haciendo que me tense, cuando me encuentro caminando por el estacionamiento en búsqueda de mi auto, el cual no encuentro ya que todos los malditos autos en él se ven del mismo color y del mismo modelo.

─Sí ─mascullo, pero Larissa, la madre de Savannah, es una entrometida y se acerca.

─¿Tanner? ─pregunta─. ¿Eres tú, imbécil?

Una risa oscura se atasca en mi garganta.

Me giro para mandarla al infierno, pero lo parecida que es a Sav hace que me congele. Lo alta. Lo esbelta. Lo perfecta con su cabello largo negro y sus marcadas curvas latinas. Distorsionado como está el sentido de mi visión, sus arrugas no se notan y bien podría estar frente a su hija. Separo los labios para decirle todo lo que nunca le dije, pero los cierro al escucharla hablar.

Al caer en cuenta de que no es ella.

─No puedo creer que hayas venido.

─Tú me invitaste ─siseo, odiándola por ser una perra sin escrúpulos a la que le gusta meter el dedo en la llaga.

─Pero no pensé que vinieras ─dice.

Hago una mueca, sabiendo que nunca le he gustado.

─Bueno, ya me voy ─le informo dándome la vuelta y avanzando, pero una mano se posiciona sobre mi hombro y me tenso─. Larissa, ¿sabes lo que es el espacio personal? Invades el mío.

─Sé lo que es que le hagan daño a la persona que más amas en el mundo y contener esa rabia por un año y medio ─responde Will, haciéndome dar la vuelta para asentarme un puñetazo en la mandíbula que hace a su esposa jadear con horror y que una explosión de sangre y dolor estalle en mi boca─. Ahora, Reed, te llevaré a tu hotel ─indica tomándome del brazo y guiándome a su auto─. No permitiré que ensucies el día más feliz de mi hija con tu muerte.

─Will... ─susurra su esposa tras nosotros, pero el hombre niega.

─Deja que me encargue de esto, cariño. Es algo que he estado conteniendo por mucho tiempo.

Tras esto abre la puerta y me empuja dentro.

─El día más feliz de Savannah fue cuando ganó su primer concurso ─señalo con la frente apoyada contra el cristal cuando se sitúa junto a mí y arranca, llevándonos fuera de este agujero infernal─. Las llevé a ella y a Pauline a celebrar a ese feo café en el campus que adoraban.

Las manos de Will se aprietan en torno al volante.

─¿Quieres que hablemos del día más infeliz de su vida?

Mi garganta se cierra.

Niego.

Ese día también solía ser el más infeliz para mí, pero luego el día de hoy llegó y lo superó.

─Santo Dios, Reed ─gruñe─. ¿Estás llorando?

Niego, pero cuando llevo mi mano a mi rostro lo descubro húmedo. Will me pregunta en donde me estoy quedando y le doy el nombre del hotel. Cuando llegamos a él y empiezo a bajarme, él también lo hace y se asegura de que llegue a mi habitación a pesar de que no lo merezco por todas las cosas que le hice a su pequeña. Definitivamente ya sé de dónde Sav sacó su corazón.

Larissa no tiene nada que ver con eso.

Ella es más como yo y sospecho que por esa razón nunca me ha querido cerca de Sav.

─¿Sabes, hijo? Malcolm es mi jugador favorito. Desde que lo vi jugar en vivo por primera vez como Johnson supe que sería la mayor bendición para nuestro estado ─dice mientras me tiende una botella de agua, la cual bebo debido a la insistencia en sus ojos grises. Todo mi cuerpo se crispa cuando se arrodilla frente a mí─. Pero tú eras mi favorito y cuando lastimaste a Savannah, también me lastimaste a mí. Te defendí, Tanner. Me di cuenta de cómo te sentías hacia mi hija a penas te vi tras los barrotes de aquella prisión dispuesto a hacerlo todo por la mujer que amabas y también te defendí cada una de las veces que mi esposa dijo que solo traerías desgracias a la vida de nuestra pequeña. ─Se levanta─. Me decepcionaste de una manera irreparable, chico, y eso solo es un eco de cómo decepcionaste a Savannah, así que hazte un favor a ti mismo y lleva tus genes nazis de regreso a Alemania o a cualquier otro lugar lejos de mi niña. Ella es feliz ahora. Hoy fuiste testigo de ello. Si realmente la amas, no vuelvas a perturbarla mostrando tu cara. Demuéstrame que no estaba equivocado y haz algo que quizás me haga perdonarte con el paso del tiempo manteniendo la distancia.

Tras decir esto, Will se da la vuelta y camina fuera de mi habitación.

Me dejo caer en mi cama, cerrando los ojos hasta que solo veo ébano.

Tiene razón.

Mi hermano no fue el motivo por el que no interrumpí su boda al no recibir la señal, sino su felicidad. El conocimiento de saber que mientras ella sea feliz con él, el dolor que siento hacia la idea de Savannah follándoselo, sonriéndole o llevando a sus hijos en su vientre tendrá una razón válida. La señora Reed, murmura una voz dentro de mi mente.

Debió haber sido la señora de Tanner Reed.

Debimos haber sido nosotros.

Pero todo desde el inicio dijo que no. 

Tanner Reed © (Impostores #1) EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora