Capítulo 36:

23.5K 3.2K 1.5K
                                    

Después de pasar el sábado acurrucados, viendo películas y la serie favorita de Tanner, Vikingos, comiendo pizza y terminando de trazar nuestros planes para destruir a Jason, nos despertamos el domingo de la mejor manera posible, al menos para mí. Estoy tardando en hacerlo ya que durante la noche encontró la manera de mantenerme despierta hasta tarde sin lastimarme, lo que incluyó sexo oral y usarme como plato para comer las sobras de pizza que dejamos, ya que pedimos tres de diferentes tipos para encontrar su favorita porque la única que había probado era la de pepperoni las veces que las había comido conmigo, y aunque una parte de mí protesta por ser forzada a abrir los ojos cuando todavía no quería hacerlo, la otra se siente en las nubes cuando percibe su aroma a limpio y loción de afeitado cerca. Sin perfumes que opaquen su olor natural a hombre y productos de limpieza, olor que ha conservado desde que lo conocí en la universidad.

Desnuda, rodeo su cuello con mis brazos.

Tanner sonríe mientras me gira para que esté en su regazo.

─Quiero follarte de nuevo ya ─susurra, colocando sus manos en mi cintura y empujándome hacia abajo para que sea capaz de sentirlo. Ejerce aún más presión cuando jadeo, frotándome los ojos para poder ver bien porque a pesar de que mi cuerpo ya está despierto para el sexo, acabo de abrirlos─. Pero eso nos retrasaría. ─Grito, sorprendida, cuando me empuja suave, pero firmemente, de vuelta al colchón y se pone de pie. Al igual que ayer, no está usando uno de sus trajes y se ve diez años más joven: como cuando solía jugar fútbol. Lleva vaqueros, una camiseta blanca con cuello en V y zapatillas deportivas oscuras. Una gorra de los Kings. Mi abdomen se contrae ante la visión. Tanner rueda los ojos, pero sigue sonriendo. Ajusta la correa de su reloj cromado mientras me habla de nuevo─. Báñate y vístete, Sav. Si aceptas una sugerencia, estaría bien si llevas algo deportivo y cómodo.

Satisfecha como nunca antes con todas las horas que he pasado en el gimnasio cuando me pongo de pie y sus ojos negros son incapaces de abandonar mi cuerpo y de evaluarlo con una intensidad que me resulta dolorosa, me detengo frente a él y presiono la palma de mi mano contra su torso. Tanner se tensa, pero no se aparta o me dice que me aleje a pesar de que las comisuras de sus ojos se crispan cada vez que me acerco a él así.

Fuera del sexo.

Por iniciativa propia.

La idea de que no ha sido amado o víctima del contacto físico adecuado a pesar de estar casado con una mujer que una vez amó me llena de tristeza.

─¿Qué harás tú mientras tanto?

Sus párpados se entrecierran con sospecha.

─¿Necesitas ayuda en el baño?

Sí.

─No.

Mis mejillas se sonrojan. Su frente se arruga.

─No haré el desayuno, si es lo que quieres saber. Comeremos algo de camino al sitio al que vamos. Haré algunas llamadas. ─Esta vez soy yo quién lo ve con molestia. Siempre he sabido que para Tanner el manejo de la compañía de su padre, ahora su compañía, es más importante que nada en el mundo, pero la arquitectura para mí también lo es y la he dejado de lado durante estos días para estar con él, lo cual él no ha hecho de la misma manera que yo. Ayer conté al menos unas veinte veces en las que dejó de prestarme atención para responder una llamada, un correo o un mensaje. Sus cejas se alzan cuando no recibe ninguna respuesta de mi parte─. ¿Te molesta que trabaje?

He pasado cinco años guardando para mí misma la manera en la que me siento. Secretos suyos y míos. Ahora que he dejado de hacerlo, no volveré a ello. Niego tras separarme de él y andar hacia el baño para tomar una ducha.

Tanner Reed © (Impostores #1) EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now