Capítulo 41:

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Cuando vuelvo a la cubierta del barco tras alistarme descubro que este se ha detenido, anclándose ya en mar abierto, y Pauline ha decidido arrojarse por el tobogán que conduce al agua salada, dejando a su novio tomando el sol atrás mientras bebe el contenido de una botella de champagne sin detenerse. Sostengo una en la mano, pero ya la suya está abierta y no lo dejaré pensar que me aterra acercarme, así que dejo la mía en la mesa con mi pastel y los arreglos florales y me acerco sosteniendo una delicada copa de cristal.

¿Me sirves, por favor?

Tanner, cuya mirada se encuentra escondida tras sus gafas oscuras, gruñe.

¿Tu novio millonario no contrató meseros? Qué mal.

No puedo evitar poner los ojos en blanco.

Estás siendo inmaduro. ─Tras asegurarme de que Pauline sigue nadando en mar abierto como un delfín, tomo asiento a su lado, a lo que cada músculo en el cuerpo de Tanner se tensa, revelando su incomodidad o la manera en la que su cuerpo reacciona al mío. Está tan sorprendido con mi cercanía que lo tomo con la guardia baja y no protesta cuando tomo la botella de champagne a sus pies para llenar mi copa. Su mirada se dirige a mi brazalete cuando este resplandece mientras la lleno y su mandíbula se endurece─. Ni siquiera entiendo el por qué de la rivalidad entre Weston y tú. Hasta dónde sé, podrían ser buenos amigos. ─Tomo un sorbo de mi bebida, tragando antes de seguir─. Tienen mucho en común.

Tanner bufa.

Es un jodido hijo de papi, Savannah. No tenemos nada en común.

A pesar de que realmente intento que no sea así, mi cuerpo se estremece al oír mi nombre salir de su boca. Realmente es difícil no querer besarlo y hacerlo acabar con mi mano luego de abofetearlo cada vez que lo pronuncia con su estúpido acento alemán que me derrite.

Tú también lo eres, Reed Imports.

Tanner hace una mueca.

Si alguna vez tomo la compañía de mi padre, es para destruirla y construirla de nuevo de una manera que lo deje en vergüenza y solo si consigo que sea toda mía. Todo el dinero que tengo... ─murmura, pero a último momento aparta la mirada como si acabara de darse cuenta de que no debería compartir este tipo de información conmigo─. No importa.

No, sí lo hace.

Ante mi respuesta, Tanner se quita las gafas y me mira fijamente después de frotarse los ojos.

¿Por qué?

Porque has despertado mi curiosidad ─respondo, recordando todas las veces que él me contestó de manera similar, de las cuales claramente aprendí algo o, más bien, mucho. Con él como maestro, no solo sería la perra silenciosa más envidiada del campus, sino también la más fría y cruel, pero nunca le robaría su papel. Esa es su esencia, no la mía. Su encanto─. Y ambos sabemos que no mereces que piense en ti más de lo necesario, Tanner Reed.

Tras oírme, una sonrisa cálida se adueña de sus labios, robándome la respiración.

Solo porque es tu cumpleaños ─murmura antes de tomar la botella de regreso y beber directamente del pico, lo cual contrasta con su comportamiento obsesivo y ordenado.

Lo he visto volverse loco con Pauline por ella hacer justo lo que está haciendo ahora, realmente retorcerse de disgusto y quedarse sin respiración, así que no puedo entender cómo es que puede hacer algo así conmigo. Es un hipócrita, él puede ser un desorden en su interior, pero no en su exterior, pero eso ya lo sabía. Es lo que los demás no entienden de él, pero yo sí. Cuánto sufre cuando las cosas no salen cómo planea. Lo veo en su ceño fruncido, no con disgusto, sino con dolor. En sus puños apretados con ira que a penas puede controlar. En las venas de su cuello a punto de estallar. Su toc con la ropa perfectamente planchada es solo una pequeña manifestación de su necesidad por controlar cada elemento en la habitación en la que se encuentra y mantenerlo en orden, ya que si se cae o cambia de lugar es un castigo para él.

Tanner Reed © (Impostores #1) EN LIBRERÍASOù les histoires vivent. Découvrez maintenant