Capítulo 20:

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Pasamos la tarde en silencio, lo que me resulta extrañamente reconfortante. Tanner se dedica a poner música y a beber mientras se pasea de un lado a otro en el yate y discute con el capitán. Yo tomo el sol, entro en el jacuzzi y me arrojo al mar cuando finalmente nos detenemos. Es como si nos ignoráramos después de su confesión sobre mi ex, lo cual no me toma en lo absoluto por sorpresa, puesto Tanner no era precisamente bueno escondiendo cuánto lo detestaba, pero a la vez no. A pesar de su actitud de niño enojado después de que reaccioné ante ello de una manera que evidentemente no le gustó, se acerca a mí cada tanto para dejarme una bandeja con aperitivos que el mismo hace, los cuales devoro una vez me deja a solas con ellos. Al parecer encontró la manera de desquitar su ira en la cocina.

Se me hace imposible no acercarme cuando, a pleno atardecer, empieza a cortar filetes de carne para ponerlos a asar en una linda parrillera de acero inoxidable. Además de su short corto, lleva un delantal que no tiene mucho sentido que use debido a que de igual manera el aceite que desprende la carne al cocinarse salpica sobre sus brazos. Lo único que protege escasamente es su pecho.

Todavía solo en bikini, me sitúo junto a él para cortar los vegetales de la ensalada tras lavarme las manos. Me mira con una ceja alzada cuando empiezo a picar un tomate en rodajas, pero no me detiene o hace alguno de sus típicos comentarios sarcásticos fuera de lugar. Tras tomar el mando de los altavoces y bajarle el volumen a la mí, finalmente se dirige a mí tras hablar de Weston.

─¿Te gusta comer con vino? ─pregunta sin verme.

No puedo evitar arrugar la nariz.

─Me gusta beber vino ─respondo, puesto que de no ser así no sería hija de mi madre─. Pero no consumo alcohol con comida.

Tanner solo asiente, concentrado en la cocción de la carne.

─Vi la botella que compraste en la tienda del muelle. ─Me atraganto con mi propia saliva cuando dirige sus ojos oscuros hacia mí. Su piel blanca ha adquirido un tono sonrosado, como temía, y su cabello negro está despeinado. Se ve tan hermoso de esta manera, casi relajado─. ¿Es eso algún mensaje subliminal?

A pesar de mi sonrojo, pongo los ojos en blanco.

─No me voy a...

Chillo, interrumpiendo mis palabras, cuando corto mi dedo con la hoja debido a estar demasiado concentrada en sus ojos, no en la ensalada. Tras soltar el mango de golpe, meto mi índice en la boca antes de que sangre a la vez que empiezo a maldecir y a saltar para apaciguar mi inexistente dolor. Tanner me mira con la frente arrugada como un pug, pero no deja de hacer lo que está haciendo para venir a socorrerme. La cena es más importante para él.

─En el baño de mi habitación hay un botiquín de emergencias.

Ya que no dice o hace nada más, voy bajo cubierta. Entro en su habitación sin mirar ninguna otra cosa que no sea la puerta de su baño. Una vez entro en el lujoso y pequeño espacio, tomo el botiquín y me siento en el retrete. Limpio la sangre que sale de mi corte con una gasa antes de aplicar alcohol sobre él, chillando otra vez debido a que debido al filo del cuchillo me rebané el dedo.

No solo me corté.

Hago un puchero involuntario con mis labios cuando no logro ponerme los puntos adhesivos, pero en ese momento la puerta del baño se abre y Tanner entra, su frente todavía arrugada. Su expresión, sin embargo, cambia cuando da un par de pasos hacia mí y toma mi mano sin pedir permiso. Alza las cejas cuando lo ve.

─Es feo.

Conteniendo las ganas de apuñalarlo, puesto que sé que lo es ya que la piel se está levantada y se desprende de su lugar, afirmo.

Tanner Reed © (Impostores #1) EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now